¿Y SI DIOS PREGUNTA?
Dios
le respondió a Job desde la tormenta:
2 «¿Quién eres tú
para dudar de mi sabiduría,
si sólo tonterías has dicho?
3 ¡Vamos a ver qué tan valiente eres!
Ahora yo voy a hablar,
y tú me vas a escuchar. (Job 38:1-3)
para dudar de mi sabiduría,
si sólo tonterías has dicho?
3 ¡Vamos a ver qué tan valiente eres!
Ahora yo voy a hablar,
y tú me vas a escuchar. (Job 38:1-3)
Siempre nos quejamos
ante Dios de todo. Siempre tenemos
preguntas que hacerle sobre porque nos pasa lo que nos pasa, siempre tenemos el
reclamo de que la vida es injusta y nosotros somos buenos, pero ¿qué pasaría si
el cuestionara nuestro proceder? ¿Qué responderíamos? ¿Cómo justificaríamos
tanto desvarío?
Es fácil buscar
culpable y más entre quienes juegan un papel de autoridad sobre nosotros. Es fácil justificar nuestros errores a través
de la vida de otros. Sin embargo el verdadero reta está en asumir
verdaderamente nuestra acciones, enfrentar las consecuencias de estas y hacer
los ajustes necesarios para regresar a un estilo de vida menos riesgoso y más
feliz. Es fácil cuestionar a otros y
hacerlos responsables de nuestra felicidad, pero el reto está en vernos tal
cual somos y no responsabilizar a los demás por quienes somos.
Si Dios nos
cuestionara sobre nuestras conductas adictivas, relaciones de codependencia,
nuestros malos hábitos, nuestros defectos de carácter e indisciplinas. Por los
enojos sin propósitos, por cuantas veces
no terminamos lo que comenzamos, por la forma en que usamos a los demás sin
importarnos por su dolor, ¿qué responderíamos? ¿Cuál sería el argumento a
nuestro favor delante de Dios para justificar nuestro pecado? ¿Cómo podríamos convencerle
de que nuestros motivos son correctos? ¿De qué forma podríamos decirle que Él está
mal y nosotros bien? Si Dios pregunta no
hay forma de mentir ni argumento que justifique nuestro estilo de vida.
Dejemos de quejarnos
y mejor permitámosle a Dios trate con nuestra vida, pues todo aquello que no
nos gusta de ella, no es por falta de su amor, sino por exceso de pecado, indisciplina
e inmadurez de nuestra parte. Dejemos
los argumentos antes de Dios y dejemos que Él nos enseñe a vivir con responsabilidad.
Comentarios
Publicar un comentario