...¿Y ahora, quien podra defendernos?




Cuando el rey Ezequías escuchó el mensaje de Senaquerib, se puso muy triste, y para mostrarlo se rompió la ropa, se puso ropa áspera y se fue al templo. Luego les pidió a Eliaquim, a Sebná y a los sacerdotes más ancianos que fueran a ver al profeta Isaías hijo de Amós. Como ya se ha dicho, Eliaquim era el encargado del palacio, y Sebná era secretario del rey. Todos ellos fueron vestidos con ropa áspera para mostrar su tristeza, y le dijeron al profeta:

—El rey Ezequías dice que hoy es un día de luto, de castigo y de vergüenza. Ya hemos perdido las fuerzas; estamos completamente desanimados. Ojalá que Dios haya escuchado los insultos que el oficial de Senaquerib lanzó en contra del Dios de Israel, y que lo castigue. Pídele a Dios que ayude a los israelitas que aún quedan con vida.

5-6 Isaías les respondió:

—Denle al rey este mensaje de parte de Dios: “No tengas miedo de los insultos de ese soldado. Yo haré que el rey Senaquerib reciba una mala noticia que lo obligue a regresar a su país, y allí lo matarán”.

El oficial asirio se enteró de que Senaquerib, su rey, se había ido de la ciudad de Laquis. Entonces se fue de Jerusalén y encontró a Senaquerib luchando contra Libná. Allí Senaquerib supo que el rey Tirhaca de Etiopía había salido a luchar contra él. Entonces le mandó de nuevo un mensaje a Ezequías:

10 «Ezequías, rey de Judá: Tú confías en tu Dios, pero no te dejes engañar por él cuando te dice que yo no conquistaré Jerusalén. 11 Como bien sabes, los reyes de Asiria han destruido por completo a cuanto país quisieron. ¡No creas que tú te vas a salvar! 12 Cuando mis antepasados destruyeron a países como Gozán, Harán, Résef, y a la gente de Bet-edén que vivía en Telasar, ni sus dioses pudieron salvarlos. 13 Ni tampoco pudieron los reyes de Hamat, Arpad, Sefarvaim, Ivá y Hená».

14 Ezequías tomó la carta y la leyó. Luego fue al templo, extendió la carta delante de Dios 15 y oró diciendo:

«Dios de Israel, tú tienes tu trono sobre los querubines. Tú eres el único Dios de todos los reinos de la tierra; tú eres el creador del cielo y de la tierra. 16 ¡Préstanos atención! Mira lo que nos está sucediendo. Escucha lo que dijo Senaquerib para ofenderte a ti, el Dios de la vida. 17 Es verdad que los reyes de Asiria han destruido a los países y sus territorios, 18 y que han echado a sus dioses al fuego. Pero en realidad ésos no eran dioses, sino imágenes de madera y de piedra hechas por manos humanas, y por eso fueron destruidas. 19 Dios nuestro, te rogamos que nos salves del poder de los asirios, para que todas las naciones de la tierra sepan que tú eres el único Dios».

20 Después Isaías le mandó este mensaje a Ezequías:

«Nuestro Dios, el Dios de Israel, ha escuchado tu oración. 21 Esto es lo que Dios dice de Senaquerib:

“A ti, Senaquerib,Jerusalén te desprecia;los israelitas se burlan de ti a tus espaldas. 22 ¿A quién insultaste y ofendiste? ¡Me ofendiste a mí, al Dios Santo de Israel! 23 Tu mensaje es un grave insulto para mí. ”Tú presumes de tener muchos carros de combate y de haber subido con ellos
a las más altas montañas del Líbano. Tú presumes de haber derribado los cedros y los pinos más altos y hermosos. Dices que has llegado a los lugares más lejanos y a los bosques más tupidos. 24 Tu orgullo es haber hecho pozos y haber bebido el agua de otros países. Presumes de que a tu paso los ríos de Egipto se quedaron secos. 25 ”¿Pero acaso no sabes, Senaquerib, que fui yo quien te permitió hacerlo? Desde los tiempos antiguos
he planeado lo que ahora sucede. Por eso destruyes ciudades fortificadas y las transformas en un montón de escombros.
26 Por eso dejas sin fuerza a sus habitantes; y los confundes y llenas de miedo. ¡Y se han vuelto como la hierba del campo, como el pasto verde;
como la hierba de los tejados que se seca antes de crecer! 27 ”Senaquerib, yo sé todo lo que haces; sé a dónde vas y de dónde vienes.
Y sé que te enojaste contra mí. 28 ¡Te enfureciste y te llenaste de orgullo! Pero voy a ponerte un gancho en la nariz,
como se les pone a los bueyes, y un freno en la boca, como se les pone a los caballos; ¡voy a hacerte regresar
por el camino por donde viniste!”» 29 Después Isaías continuó diciéndole a Ezequías:

«Voy a darte una señal que te hará saber lo que va a pasar: Este año y el próximo, lo único que el pueblo comerá será el trigo que crece por sí solo. Pero en el tercer año ya podrán sembrar y cosechar, plantar viñedos y comer las uvas.

30 »Los habitantes de Judá que aún queden con vida serán como árboles bien firmes que producen mucho fruto. 31 Porque no todos en Jerusalén morirán de hambre, sino que un pequeño grupo quedará con vida. Dios hará esto porque los ama mucho.

32-33 »Dios quiere que sepas que Senaquerib no entrará a Jerusalén. No disparará ni una sola flecha; no la atacará ni construirá plataformas para subir por sus murallas. Tendrá que volver por donde vino. Dios ha dado su palabra. 34 Dios protegerá esta ciudad, por amor a sí mismo, y por amor a David, quien le fue fiel en todo».

35 Esa noche, el ángel de Dios fue y mató a ciento ochenta y cinco mil soldados del ejército asirio, y a la mañana siguiente el campo estaba lleno de muertos. 36 Entonces Senaquerib regresó a su país y se quedó en la ciudad de Nínive. 37 Pero un día, mientras Senaquerib estaba adorando en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramélec y Sarézer fueron y lo mataron, y luego escaparon a la región de Ararat. En su lugar reinó su hijo Esarhadón. (2 Reyes 19)

 

 

Hay tantas cosas que nos amenazan con robar la paz.  El enemigo día a día nos confronta con sus mentiras y la mayoría de las veces temblamos ante el engaño.  Jerusalén temblaba ante la amenaza asiria.  Los gritos y la furia del ejercito enemigo hacía que sus corazones se amedrentaran al ver que su capacidad de defensa era menor que aquellos que se apostaban a las afueras de sus casa.  Sin embargo Dios no los dejó solos.

La enfermedad nos amenaza diciendo que Dios no podrá sanar nuestro cuerpo, la escases grita diciendo que Dios no podrá proveer, el desamor nos enfrenta argumentando que no somos valiosas para nadie y que el amor de nuestro Padre no nos es suficiente, la infelicidades nos miente diciendo que jamás nos sentiremos felices y que la provisión de Dios no nos podrá llenar, el desempleo nos increpa diciendo que Dios no nos podrá proveer un medio para pagar nuestras cuentas, etc.  De todos los flancos el ataque del maligno busca la forma de hacer que nuestra esperanza en Dios se desvanezca y corramos desesperados decidiendo desde el error y confiando en apariencias, verdades a medias y no en la gracia y provisión de Dios.  Sin embargo Dios, Nuestro Dios está dispuesto a defendernos de todos esos ataques y mentiras con que el enemigo no amedrenta.  Si clamamos a Él y le buscamos con disposición de obediencia seguramente la respuesta vendrá y veremos su salvación.  Dejemos de correr desesperados por las amenazas de satanás.  Detengamos el camino y digámosle a Dios como lo hizo Ezequías: Dios mira como satanás nos amenazas, por favor defiéndenos.  Sin duda Él lo hará porque Él nos ama como nadie y su protección está a nuestra mano.


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