SOMOS PEOR QUE EL PIRRURIS...




16 Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sion se ensoberbecen, y andan con cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies;
17 por tanto, el Señor raerá la cabeza de las hijas de Sion, y Jehová descubrirá sus vergüenzas.
18 Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas,
19 los collares, los pendientes y los brazaletes,
20 las cofias, los atavíos de las piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos,
21 los anillos, y los joyeles de las narices,
22 las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas,
23 los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados.
24 Y en lugar de los perfumes aromáticos vendrá hediondez; y cuerda en lugar de cinturón, y cabeza rapada en lugar de la compostura del cabello; en lugar de ropa de gala ceñimiento de cilicio, y quemadura en vez de hermosura.
25 Tus varones caerán a espada, y tu fuerza en la guerra.
26 Sus puertas se entristecerán y enlutarán, y ella, desamparada, se sentará en tierra.
(Isaías 3:16-26)

Somos una generación que ha sido enseñada y enseña a ser soberbia.  Nos definimos por el dinero que ganamos, el lugar donde compramos nuestra ropa, por la marca de tenis que usamos, por el auto que manejamos, por la zona de la ciudad en la que vivimos, en la escuela que estudiamos y hasta por la iglesia a la que asistimos.  Nos hemos vuelto personas de corazones vacíos, sin tiempo para cultivar amistad, de corazón duro pues nos cuesta perdonar a quienes nos ofenden y de corazón frívolo, pues solo nos motiva la fiesta, los paseos, las ventas nocturnas y la capacidad de hacer que todo gire a nuestro favor.

Juzgamos con facilidad, hablamos de otros sin importar el daño que hacemos, vemos a los que poco tienen como inferiores a nosotros y pasamos la vida cultivando la idea de que somos capaces y exitosos.


Olvidamos que la soberbia y el orgullo son pecados que dan fruto de amargura y vergüenza.  Olvidamos que si algo tenemos no es nuestro sino es un regalo de nuestro Creador.  Perdemos de vista que la autosuficiencia es una ilusión y que sin la ayuda de Dios somos nada. Olvidamos que es aquel que viene delante del Padre con un corazón contrito y humillado, el que encuentra consolación, paz y vida eterna.  Roguemos a Dios nos libre de la soberbia, porque de persistir en ello, nos espera mucha depresión, vergüenza y angustia a lo largo de la vida.

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