EL DESEO DE CADA DIA
¿Qué es tu
amado más que otro amado,
Oh la más
hermosa de todas las mujeres?
¿Qué es tu
amado más que otro amado,
Que así nos
conjuras?
Mi amado es
blanco y rubio,
Señalado
entre diez mil.
Su cabeza
como oro finísimo;
Sus cabellos
crespos, negros como el cuervo.
Sus ojos,
como palomas junto a los arroyos de las aguas,
Que se lavan
con leche, y a la perfección colocados.
Sus mejillas,
como una era de especias aromáticas, como fragantes flores;
Sus labios,
como lirios que destilan mirra fragante.
Sus manos,
como anillos de oro engastados de jacintos;
Su cuerpo,
como claro marfil cubierto de zafiros.
Sus piernas,
como columnas de mármol fundadas sobre basas de oro fino;
Su aspecto
como el Líbano, escogido como los cedros.
Su paladar,
dulcísimo, y todo él codiciable.
Tal es mi
amado, tal es mi amigo,
Oh
doncellas de Jerusalén. (Cantares 5:9-16)
Vivir en matrimonio implica aprender a
ver al conyugue como lo más especial de nuestra vida. Es aprender a enfocar en sus virtudes y no
solo en sus limitaciones. Es aprender a
desearle por encima de cualquier otra persona.
En el Reino de nuestro Padre se valora
el acto poner al conyugue como la única persona que nuestra alma desea. Ni los
hijos, ni los amigos, ni el trabajo ni ninguna otra persona puede ocupar el
lugar de aquel o aquella a la que hemos elegido para caminar por la vida y para
construir una familia. ¡Sí! Se nos enseña diferente. ¡Sí! Hemos aprendido a
poner poco interés en nuestro conyugue después de que el enamoramiento
y la pasión pasan. ¡Sí! Hemos sido presa
del consumismo y del relativismo social que nos permita creer que el tiempo con
nuestro conyugue es algo más del día y no la relación principal y la única persona
a la que debemos desear. Sin embargo es
tiempo de regresar a “los básicos” y aprender de cómo nuestro Padre nos
prioriza, nos valora y nos desea y prueba de ello, ha sido el sacrificio de
Jesús en la cruz.
Dejemos de buscar, pues ya hemos
encontrado. Pues quien encuentra
conyugue, encuentra el bien para su alma.
Demos a nuestro conyugue nuestro deseo, nuestra pasión y nuestro interés
cada día.
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