NO TE OLVIDES DE TU CREADOR
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que
vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en
ellos contentamiento;
2 antes que se oscurezca el sol, y la luz,
y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia;
3 cuando temblarán los guardas de la casa,
y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han
disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas;
4 y las puertas de afuera se cerrarán, por
lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas
las hijas del canto serán abatidas;
5 cuando también temerán de lo que es
alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta
será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada
eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles;
6 antes que la cadena de plata se quiebre,
y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la
rueda sea rota sobre el pozo;
7 y el polvo vuelva a la tierra, como era,
y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. (Eclesiastés 12:1-7)
Tenemos
esa fea costumbre del olvidarnos de nuestro Creador. Vamos por la vida creyéndonos el resultado de
un evento genético que ocurrió al azar y del cual nadie tuvo el control o lo
planeo. Pasamos por la vida tratando lo
lograr metas que nos han dicho nos harán felices si las alcanzamos y olvidamos
que el Creador tienes planes eternos para nosotros. Nos embarcamos en relaciones
que nos parecen placenteras pues
aumentan por momentos nuestra estima y dejamos de lado el perfecto amor de
nuestro Padre que en verdad llena satisface y sana el alma. Vamos por la vida caminando paso a paso como
quien no tiene dueño, ni rumbo ni destino.
Sin
duda, nuestra necedad hará que los días malos lleguen y arremetan contra
nuestras necesidades, propósitos y estados emocionales. Tirarán de nosotros y nos dejarán “patas pa’ arriba”
mientras que nosotros estaremos lejos
del que nos dio la vida.
No
somos huérfanos. No estamos solos. Tenemos familia, contamos con rumbo, ¡somos
cuidados! No nos olvidemos de nuestro
Creador pues El jamás se ha olvidado de nosotros. Recobremos su amistad a través de quien, en
una cruz, pago el precio para que pudiéramos
caminar juntos; así cuando “aquello feo” de la vida nos alcance, podamos
enfrentarlo con dignidad y poder, pues estaremos protegidos por nuestro Creador
y Padre, quien se desborda en amor para con nosotros.
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