DISFRUTEMOS
Hay un mal
que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres:
2 El
del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo
lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino
que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso. (Eclesiastés
6:1-2)
Quien trabaja y trabaja para acumular
bienes y se justifica para ello en la “urgencia” de tener éxito, en verdad no a
aprendido del Padre a Disfrutar la vida.
El trabajo es una vocación divina y una demanda social, pero cuando este
se convierte en el vector que da sentido a nuestra existencia, entonces nos convertimos en
sus esclavo y este, siempre será un amo implacable. Quien por trabajar no descansa falla, quien
por trabajar y alcanzar una promoción y no disfruta de su conyugue falla, quien
por tener éxito no es parte de la vida de sus hijos y nos les ve crecer, falla
y quien por trabajar pierde su amistad con Dios, también falla.
En el Reino de Dios, el trabajo es un instrumento
divino para provocar madurez y proveer de recursos para sostenernos en esta
vida. Nunca fue el plan de Dios que se
convirtiera en la vida misma.
Trabajemos y aprendamos de nuestro Padre
a disfrutar el fruto de nuestro esfuerzo al lado de nuestro conyugue y de
nuestros hijos, pues la familia es la bendición que nos permite aplicarnos cada día en el trabajo que el Creador nos ha dado.
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