¿Y SI CUIDAMOS EL CORAZON?
Hijo mío,
está atento a mis palabras;
Inclina tu
oído a mis razones.
No se
aparten de tus ojos;
Guárdalas
en medio de tu corazón;
Porque son
vida a los que las hallan,
Y medicina
a todo su cuerpo.
Sobre toda
cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque
de él mana la vida. (Proverbios 4:20-23)
Con que
facilidad damos nuestro corazón a intereses poco sanos, actividades que poco
provecho traen cuando las vemos a través de los cristales de la eternidad y a
personas que difícilmente se comprometen o saben amar. Olvidamos que esa capacidad de amar viene de
Dios y por ello la malgastamos. Creemos
que es un bien renovable y que sin importar las sensaciones siempre tendremos
las misma fuerzas para comprometernos, apasionarnos, amar o darnos a otros.
Dios nos
invita a ser selectivos. Nos llama a ser
prudente y no lanzarnos como el borras tras cosas, sensaciones y personas que difícilmente
retribuirán la pasión con que nos damos.
Nos invita a ver las cosas tal y como Él lo hace a fin de que podamos
entender que “no todo lo que brilla es oro”
Si deseamos
una vida emocionalmente sana, necesitamos aprender a darnos con medida. Que debemos aprender a sujetar nuestra
emociones a la verdad de Dios para que el transcurrir de nuestra vida nos otorgue
buenos frutos debido a que las decisiones que tomamos brotan del corazón de
Dios y no de nuestras poco sanas y prudentes intenciones.
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