¿QUE TANTO HABLAS?
Hijo mío,
si salieres fiador por tu amigo,
Si has
empeñado tu palabra a un extraño,
Te has
enlazado con las palabras de tu boca,
Y has
quedado preso en los dichos de tus labios.
Haz esto
ahora, hijo mío, y líbrate,
Ya que has
caído en la mano de tu prójimo;
Ve,
humíllate, y asegúrate de tu amigo. (Proverbios 6:1-3)
Lo
que decimos nos compromete. Cuando la
palabra sale de nuestra boca ya no es nuestra, le pertenece a quien la escucho
y puede hacer con ella lo que mejor de plazca.
En este sentido, prometer no solo si empobrece, contrario a lo que dice
el refrán, sino que también nos esclaviza.
Prometer ser fiador por otro, amar incondicionalmente, quedar a cierta
hora para tomar un café, confiar un acontecimiento que solo tú sabes que sucedió,
etc. Nos hace estar bajo la mano de quien nos ha escuchado o quien le hemos
prometido algo.
Hablemos
con prudencia. No digamos más de lo que
somos capaces o deseamos cumplir. No es
de los hijos de Dios hablar sin sentido e impulsado sol por la emoción o el
deseo; nuestro Padre no nos ha dado jamás ese ejemplo. El lo que dice hace y lo que promete
cumple. Aprendamos de ello y que lo que sealga de nuestra boca bendiga y no esclavice.
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