INSISTIMOS EN IR EN EL CAMINO INCORRECTO
Oye, hijo
mío, y recibe mis razones,
Y se te
multiplicarán años de vida.
Por el
camino de la sabiduría te he encaminado,
Y por
veredas derechas te he hecho andar.
Cuando
anduvieres, no se estrecharán tus pasos,
Y si
corrieres, no tropezarás.
Retén el
consejo, no lo dejes;
Guárdalo,
porque eso es tu vida.
No entres
por la vereda de los impíos,
Ni vayas
por el camino de los malos.
Déjala, no
pases por ella;
Apártate de
ella, pasa.
Porque no
duermen ellos si no han hecho mal,
Y pierden
el sueño si no han hecho caer a alguno.
Porque
comen pan de maldad, y beben vino de robos;
Mas la
senda de los justos es como la luz de la aurora,
Que va en
aumento hasta que el día es perfecto.
El camino
de los impíos es como la oscuridad;
No
saben en qué tropiezan. (proverbios 4:10-19)
¡Qué fácil es desviarse del camino
correcto! Pareciera que es una conducta
casi instintiva. Un día estamos adorando
y al siguiente hemos dado nuestros pies a la senda incorrecta. Sin duda se paga un precio muy alto pero
cerramos los ojos a las consecuencias y solo buscamos la forma de enfocarnos en
aquello que pensamos, es un premio de mucho valor.
Ir tras lo que deseamos en la mayoría de
los casos es ir tras el dolor. ¿Por qué?
Simple, porque ir tras lo que naturalmente deseamos implica, casi siempre, olvidarnos de los que Dios desea para nosotros. Porque olvidamos la verdad de
Dios y empezamos administrar nuestra vida con “verdades” que nada tiene que
ver con el Reino de Dios; y eso nos mete en camisa de once varas. Tropezamos y ni siquiera sabemos con qué ni por
qué.
Dejemos de “intentarlo”. Olvidemos esas bonitas frases “posteadas”
en las redes sociales que nos motivan a ser auténticos, a seguir nuestro
destino, a ir tras nuestros sueños y ajustemos nuestra vida a la verdad de
nuestro Padre, pues solo ello nos dará seguridad y un destino seguro en esta vida y
por la eternidad.
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