DE UNA SOLA PIEZA



El que camina en integridad anda confiado;
Mas el que pervierte sus caminos será quebrantado. (Proverbios 10:9)

¿Qué tan ciertos somos? ¿ocultamos nuestro pecado a los ojos de quienes están cerca de nosotros para ser aceptados? ¿Nos sentimos buenas personas porque hemos cambiado lo que resulta evidentes, pero hemos dejado sin tocar muchos otros aspectos de nuestra vida que no agradan a Dios pero que nadie censura? ¿Cantamos y servimos el domingo a la iglesia, pero en casa gritamos, menos preciamos a nuestro conyugue, maltratamos emocionalmente a nuestros hijos o nos relacionamos con la familia con poco tacto?  No se trata de que lo que hacemos mal no se vea, más bien, el chiste es vivir en integridad, es decir ser cual somos en todo lugar y con cualquier persona.

Cuando vivimos “solo aparentando ser buenos” lo único que conseguimos es que jamás lleguemos a donde deseamos en la vida.  La frustración y la ansiedad serán los frutos más comunes durante nuestra existencia además, de que las personas más cercanas a nosotros terminarán dándonos la espalda.  No se puede ser buen ejemplo de domingo y tropiezo a lo largo de la semana. No se puede aparentar una vida de adoración y sumisión al Padre y seguir viviendo en la intimidad de nuestra casa ni de nuestra mente como hijos del maligno.  Cuando Dios nos trasforma lo hace desde nuestro interior y de a poco ajusta nuestra vida a la suya.  Decir Palabras bonita o que suenan muy espirituales no es cambio.


Todo aquí tenemos “cola que nos pisen”: Malas palabras, soberbia, depresión, manipulación, urgencia de control, usar a las personas de nuestro entorno para conseguirnos bienestar, agresión verbal, emocional, física y hasta espiritual, etc.  Son algunas de las muchas conductas que aún nos permitimos y hasta las justificamos.  Busquemos a Dios, caminemos de su mano, que de seguro su cercanía de apoco nos motivará a vivir como Él lo hace: En integridad.

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