ADOREMOSLE CADA DIA
Alabad a Dios en su santuario;
Alabadle en la magnificencia de su firmamento.
Alabadle en la magnificencia de su firmamento.
2 Alabadle por sus proezas;
Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza.
Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza.
3 Alabadle a son de bocina;
Alabadle con salterio y arpa.
Alabadle con salterio y arpa.
4 Alabadle con pandero y danza;
Alabadle con cuerdas y flautas.
Alabadle con cuerdas y flautas.
5 Alabadle con címbalos resonantes;
Alabadle con címbalos de júbilo.
Alabadle con címbalos de júbilo.
6 Todo lo que respira alabe a JAH.
Aleluya.
Aleluya.
(Salmo 150)
¡Se alaba
a Dios con la vida! ¡Se alaba a Dios en la comunión con la iglesia! ¡Se alaba a
Dios con música y sin ella! La alabanza
no es una moda o un ritmo, es una forma de vida que brota del corazón
regenerado por la sangre de Jesús derramada en la cruz. Alabamos a Dios cuando amamos y perdonamos,
cuando expresamos gratitud y fidelidad, cuando ajustamos la vida a su palabra y
cuando meditamos en ella. Le alabamos cuando estamos con los hermanos en el
templo, cuando al despertar le damos gracias por la vida y cuando por las
noches nos ponemos a cuentas con El por los pecados cometidos. Le alabamos cuando le permitimos purifique
nuestros motivos, al cuidar a nuestro conyugue y priorizarlo y cuando
bendecimos con nuestro ejemplo la vida presente y futura de nuestros hijos.
Si
vivimos y lo hacemos en su gracia, alabemos a Dios con pasión y entrega. Hagámoslo con nuestra canción y en la forma
en que vivimos cada momento de nuestro día.
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