TENEMOS QUIEN NOS DEFIENDA


Dejemos que nuestra gente
nos hable de las angustias
que ha pasado desde su juventud:
«Hemos pasado muchas angustias
desde nuestra juventud,
pero no han podido vencernos.
El enemigo nos hirió la espalda;
¡nos hizo profundas heridas,
como quien abre surcos
con un arado!
Pero Dios es justo
y nos libró de los malvados».
¡Que sean derrotados
y puestos en vergüenza
todos los que odian a Jerusalén!
¡Que se marchiten como la hierba
que crece en el techo de la casa!
Esa gente es como la hierba,
de la que no se ocupan
ni los que la cortan
ni los que la recogen.
Cuando pasan, nadie los saluda;
y si saludan, nadie les contesta.
(Salmo 129)

Hay veces que la vida se torna dura.  Las cosas no salen como las planeamos ni lo que deseamos suceden; la enfermedad parece aferrarse a nuestros cuerpos con testarudez y la despensa se acaba  aun mas rápido que la quincena.  Pareciera que todo se pone en nuestra contra y que la salida se aleja de nosotros con rapidez y burla.  Pareciera que nadie esta de nuestro lado y que nadie tiene respuestas o soluciones a nuestro conflicto de vida, sin embargo no es así.  En medio de todo y caminando a nuestro lado se ha encontrado siempre nuestro Padre.  El nos ha sostenido y no ha permitido que las circunstancias no ahoguen.

El nos ha defendido del enemigo quien busca con fiereza destruirnos en esta vida y nuestra alma. Pareciera que ha ganado terreno usando nuestra inmadurez, la falta de competencia para decidir y el miedo que carcome nuestra conciencia y fe, pero no es así  Dios nos ha defendido de El y en un sin numero de ocasiones ha tenido que correr ante la manifestación poderosa del amor de quien nos salvo.


Dios jamás se irá de tu lado y cuando el maligno regrese a tratar de apresarte, confía, El volverá hacerlo correr y te pondrá en un lugar alto cobijándote con su amor.



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