DESCANSA EN DIOS
Dios mío,
yo no me
creo más que nadie,
ni miro a
nadie con desprecio;
no hago
alardes de grandeza,
ni pretendo
hacer grandes maravillas,
pues no
podría llevarlas a cabo.
Más bien,
me he calmado;
me he
tranquilizado
como se
tranquiliza un niño
cuando su
madre le da el pecho.
¡Estoy
tranquilo como un niño
después de
haber tomado el pecho!
Israel,
¡pon tu
esperanza en Dios
ahora
y siempre!
(Salmo
131)
Muchas
veces vamos por la vida tratando de aparentar lo que no somos. Tratamos de adquirir bienes de consumo que
nos hagan sentir mas exitosos y poderosos que nuestros amigos y vecinos. Buscamos vernos espirituales para ser
aceptados en la iglesia y conseguir liderazgo y así encontrar algún sentido y
bienestar emocional en la vida, pero nada de ello nos llena. Al llegar la noche
encontramos vaciedad, insomnio, desasosiego y desesperanza. Dios no espera que gastemos la vida haciendo
cosas para sentirnos bien. Su deseo es
que podamos encontrar paz en su compañía y en la perfección de su amor. El dese que dejemos el estrés con el que
vivimos y podamos descansar plenos en su provisión. Al final de cuentas la vida no vale por lo
conseguido sino por la sumisión a su obra en nosotros. Dejemos de correr y aparentar. Dejemos de buscar aceptación en quienes nos
rodean, ya no insistamos en resolver nuestra valía en los bienes que
adquirimos. La paz, la conciencia y la
vida emocionalmente sana solo esta en Dios.
¡En El confiemos!
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