¿Y SI VIVIMOS SIN MENTIRAS?



Te he manifestado mis caminos, y me has respondido;
Enséñame tus estatutos. (Salmo 119:26)


¿Cuáles son las áreas de nuestra vida que mantenemos ocultas ante los ojos de quienes nos rodean?  ¿Cuáles son la verdades de nuestra vida que preferimos omitir y mantener lejos de los oídos de nuestra familia y amigos? ¿Cuál es el rol que solo dejamos ver en ciertos grupos o con ciertas personas?  Si no hay trasparencia en nuestra vida permaneceremos extraviados siempre.

Ocultar nuestras acciones es una conducta que aprendimos desde muy pequeños pues la renta de eso es la evitación de las consecuencias, sin embargo quien hace de ello un estilo de vida termina envuelto en sus propias mentiras y sufriendo mas de lo que pretendía evitar.  Ocultar quienes somos en verdad no es ni tantito algo que Dios espera de nosotros.  Quien oculta el pecado y lo hace prosperar en su interior, difícilmente prosperará en la vida.  Quizá alcance sus metas personales pero nunca será lo que Dios ha dicho de el desde antes de que el mundo fuse hecho.  No se madura en la vida pretendiendo evitar el dolor y ocultando hábitos, deseos, sueños y esperanzas personales que nada tienen que ver con Dios.  Es solo el exponer la vida ante la verdad de la Palabra lo que nos permite vivir en el gozo y la libertad de Dios.


Dejemos a Dios “meter” sus manos en nuestra vida.  Dejémosle que vea quienes somos en verdad.  No os aferremos a nuestros expectativas de lo que la vida debe ser y permitámosle que su Palabra nos trasforme y nos haga personas responsables de si mismos, trasparentes en lo conductual, emocional y espiritual, pero por sobre todo, que esa Palabra que es perfecta, sea la que nos guie a vivir en verdad y ser felices

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