SU PALABRA ME MOTIVA A VIVIR EN INTEGRIDAD
Sea mi corazón íntegro en tus estatutos,
Para que no sea yo avergonzado. (Salmo
119:80)
La apariencia no es un valor en el Reino de Dios. Nuestro Padre es el primero en darnos el
ejemplo pues El es el mismo ayer hoy y siempre.
No aparenta, no cambia sus valores según las circunstancias y no juega a
ser bueno o justo. Suplemente lo es. A diferencia de El, nosotros buscamos siempre
la forma de mantener nuestros deseos y pasar al mismo tiempo por buenos
cristianos que viven confiados y seguros haciendo la voluntad de Dios.
Ser íntegros es una demanda del Reino de Dios. No es opción.
Es la ruta que debemos seguir cada día. Alinear lo que pensamos con lo que decimos y
con lo que hacemos debe ser nuestro interés diario. Nuestra búsqueda de cada día que nos permita
vivir libres de la vergüenza. Es decir,
se creo que la Palabra de Dios me da vida, yo la debo de valorar y leer cada
día, de no hacerlo así me engaño a mi mismo, pues lo que siento y hago deja ver
lo que en verdad pienso. Así como ello lo mismo debe ocurrir con asuntos como
el perdón, el amor, la sexualidad, el dinero, la amistad, los padres, la
crianza de los hijos, la familia, el matrimonio, el noviazgo, etc. Si decimos creer lo que Dios cree, entonces
debeos aprender a valorar las cosas como El las valora y a vivirlo como el
demanda de nosotros que las vivamos.
Busquemos la integridad en nuestra vida y caminemos por ella
cada día de nuestra vida.
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