SU PALABRA ME LIBRA DE MIS DESEOS ENGAÑOSOS
Inclina mi corazón a tus testimonios,
Y no a la avaricia. (Salmo 119:36)
¿Qué
es lo que deseamos hoy? ¿En que estamos poniendo nuestra atención esfuerzo,
emociones, espiritualidad, etc.? ¿Qué es
aquello que a pesar de sus demandas, estamos dispuestos a pagar cualquier
precio que sea necesario para obtenerlo?
Puede ser un bien de consumo, una posición social, un empleo, un grado académico,
el amor de alguien, un hijo, etc. Cosas
que no están mal, pero si ello roba toda nuestra atención y fuerza seguramente
dolor y decepción vendrán a nuestra vida.
El
salmista clama para que Dios lo salve de buscar deseos mezquinos. De ir tras cosas que ningún provecho para la
eternidad traerán, de solo vivir en lo temporal olvidando que fuimos hecho para
disfrutar una eternidad con Dios. Cuando
construimos nuestra vida solo pensando en lo temporal, en nosotros mismos y con
valores que son producto de las promociones presentadas en los medios de
comunicación, sin duda fracasaremos, no porque no alcancemos lo que buscamos,
sino porque al conseguirlo nuestra alma no se saciará.
Es
solo en imitar y aprender de la forma en que Dios vive que podremos encontrar
una vida llena de satisfacción y bienestar, no porque todo este “ok” sino
porque esa vida se cimienta en la verdad eterna que es Dios mismo y no en los
principios temporales de la capacidad humana.
Atesoremos
la verdad de Dios pues solo ella nos salva de nuestros deseos engañosos
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