COMPARTIR CON LA IGLESIA ME HACE FELIZ



Me da gusto que me digan:
«¡Vamos al templo de Dios!»
Ciudad de Jerusalén,
¡aquí nos tienes!
¡Ya llegamos a tus portones!
Ciudad de Jerusalén,
¡construida como punto de reunión
de la comunidad de Israel!
¡Hasta ti llegan las tribus,
todas las tribus de Israel!
¡Hasta ti llega el pueblo
para adorar a Dios,
tal como él lo ordenó!
En ti se encuentran
los tribunales de justicia;
en ti se encuentra
el palacio de David.
Por ti le pedimos a Dios:
«¡Que tengas paz, Jerusalén!
»¡Que vivan en paz los que te aman!
¡Que dentro de tus murallas
y dentro de tus palacios
haya paz y seguridad!»
A mis hermanos y amigos
les deseo que tengan paz.
Y a ti, Jerusalén,
te deseo mucho bienestar
porque en ti se encuentra
el templo de nuestro Dios. (Salmo 122)

¡Nada mejor que compartir tiempo con la iglesia!  ¡Estar con aquellos en quienes la bendición de Dios se derrama es una regalo que sin duda no tiene comparación!  Ni un viaje, de una tarde de cine, ni una mañana de desayuno tranquilo frente al televisor puede ni por mucho ser igual que estar con la iglesia.

Invertir tiempo con quienes busca, aman y doran a Dios con un corazón sencillo siempre traerá bendiciones mas allá de lo que podemos imaginar.  Es ahí donde Dios se muestra y habla.  Es también ahí donde Dios confronta y restaura y es ahí donde el alma es sanada del dolor que pudiera cargar.  Hoy se valora el templo y las actividades que en el se realizan, se valora también la música que se ejecuta e interpreta con calidad y aun se le da valor al status que se consigue al ser parte de un grupo que pudiera verse como exitoso.  Sin embargo no es ello lo que debe movernos a ser parte de la iglesia.   Es la compañía del hermano que con su vida Dios nos habla y nos muestra su amor y nuestras carencias.  Es la bendición que Dios derrama en las vida de cada persona, la Palabra que se comparte y que penetra exhibiendo el pecado escondido en su interior.


Debemos ser personas felices cada vez que vamos a compartir con la iglesia.  Debemos priorizar ser parte de ella no por lo bien que se vea todo sino porque cuando nos reunimos por muy pocos que podamos ser, ahí esta Dios dándonos tiempo, una sonrisa y la bendición de su amor.





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