DEJA QUE DIOS SEA EL CONSTRUCTOR
Si Dios no
construye la casa,
de nada
sirve que se esfuercen
los
constructores.
Si Dios no
vigila la ciudad,
de nada
sirve que se desvelen
los
vigilantes.
De nada
sirve que ustedes
se levanten
muy temprano,
ni que se
acuesten muy tarde,
ni que
trabajen muy duro
para
ganarse el pan;
cuando Dios
quiere a alguien,
le da un
sueño tranquilo.
Los hijos
que tenemos
son un
regalo de Dios.
Los hijos
que nos nacen
son nuestra
recompensa.
Los hijos
que nos nacen
cuando aún
somos jóvenes,
hacen que
nos sintamos seguros,
como
guerreros bien armados.
Quien tiene
muchos hijos,
bien puede
decir
que Dios lo
ha bendecido.
No tendrá
de qué avergonzarse
cuando se
defienda en público
delante
de sus enemigos. (salmo 127)
El esfuerzo
siempre paga buena renta, pero el esfuerzo sin Dios no tiene sentido. Podemos levantarnos muy temprano y tratar de
que las cosas que deseamos alcanzar las consigamos, pero si ese esfuerzo no es
bendecido por Dios, el logro solo producirá cansancio y vaciedad. Nos sentiremos felices por un tiempo corto
pero al pasar las horas o los días volveremos a sentir que algo nos falta o que
necesitamos ir tras algo más que nos haga sentir bien o exitosos.
Cuando es
Dios quien nos impulsa, capacita, alienta y bendice nuestro esfuerzo al darnos
rumbo y dirección, sin duda alguna nos sentiremos satisfechos de lo alcanzado
mucho mas alla de lo que podemos imaginar.
Esforzarnos por alcanzar algo es bueno, pero esforzarnos por las razones
correctas es mejor y ello solo viene de Dios.
Dejemos que
sea Dios quien bendiga nuestro día a fin de que al llegar la noche aun con
buenos frutos solo estemos cansados pero no felices y bendecidos. Dejemos a Dios corrija nuestros motivos para
que el esfuerzo aplicado en verdad valga la pena.
Solo lo que
Dios construye y da vale tiene una valor eterno y da felicidad.
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