SOMOS DE EL
Pertenecemos
a nuestro Dios;
su palabra llena la tierra. (Salmo 105:7)
¡Somos
de Dios! No vamos por la vida en
solitario ni estamos huérfanos.
Somos el deseo de su perfecta
voluntad y por Cristo coherederos de todo lo que es suyo. Esta es una verdad que a veces olvidamos y
pasamos por la vida sumergidos en la tristeza y en la soledad voluntaria.
El
salmista nos recuerda de que debemos siempre tener presente todo lo que Dios ha
hecho por nosotros y todo lo que nos ha dado y que ello es muestra absoluta de
su amor, de nuestra herencia y de que pertenecemos a su familia.
Somos
de Dios y no hay mejor cosa que ello.
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