¿AMAMOS A DIOS O SENTIMOS BONITO?
Dios dice:
«Mi pueblo me ama y me conoce;
por eso yo lo pondré a salvo. (Salmo
91:14)
Con mucha facilidad decimos amar a Dios. Hemos sido presa del abaratamiento del amor y
del humanismo que gusta de decir frases atractivas al oído pero que poco dicen
en verdad. El amar poco tiene que ver
con sentir. Dista mucho de las mariposas
en el estomago, de las canciones románticas que hacen que nuestros pensamientos
vuelen hacia el objeto de nuestro deseo.
Con ello queremos convencer a Dios de que le amamos pero poco resultados
obtenemos.
Podemos “postear” en Facebook textos bíblicos o frases
religiosas, aun agradecimientos a Dios.
Podemos ir el domingo a la iglesia y tener experiencias místicas al cantarle
a Dios de que le amamos. Es más podemos
estar seguros de que le amamos y sin embargo en la vida diaria no es así. En
nuestra casa, en la escuela o trabajo, nuestra manera de vivir, priorizar,
perdonar, relacionarnos con los demás queda de manifiesto que no lo
hacemos. Muchas cosas en nuestra vida
son más importantes que El y ello no lo podemos esconder a sus ojos. Quizá si a los ojos del pastor, pero no a los
de Dios.
La mejor manifestación de que le amamos no solo es nuestra
canción, sino el hecho de que cada día nos damos a El en una vida que cambia en
la dirección en la que El va. Aunque
duela, aunque frustre lo hacemos porque deseamos su compañía y le priorizamos
en verdad.
No le diga a Dios que le amas. Mejor ajusta tu vida a sus prioridades e
intereses y nada será mejor evidencia de tu por por El.
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