¿TE HACEN FALTA VITAMINAS?
Dios mío, Dios de Israel,
¡qué imponente te ves
al venir de tu santuario!
Tú nos das fuerza y poder.
¡Bendito seas! (Salmon 67:36)
¡qué imponente te ves
al venir de tu santuario!
Tú nos das fuerza y poder.
¡Bendito seas! (Salmon 67:36)
Hay momentos en la vida que parece no tener sentido insistir. Queda uno sin ánimos, sin fuerzas para seguir
adelante con los planes, metas o sueños que deseamos conquistar. Es en los tiempos cuando enfermamos y la
salud no regresa que sentimos que ya no tenemos fuerzas para continuar teniendo
fe. Es en los tiempos cuando la relación
de matrimonio se vuelve áspera y vemos al conyugue sin interés o motivado en
otras cosas o personas que sentimos que no vale la pena dar un mayor esfuerzo
por la relación y el amor comprometido.
Es cuando los hijos toman decisiones equivocadas que nos sentimos
confundidos y preocupados y el enojo o frustración se apoderan de la vida que
deseamos escapar y vivir otra realidad para no ver las consecuencias de tales
decisiones. Es en cada uno de esos
momentos de vida que sentimos que ya no tenemos fuerzas para continuar y
queremos claudicar.
Es ahí, es en ese tiempo que necesitamos del poder de Dios para
permanecer fieles y firmes en la verdad que nos ha sido mostrada. No será el compadre o la comadre quien podrá
sostener en esos días de lucha, ni tampoco el mejor amigo o amiga, ni los
compañeros de trabajo. Es en ese tiempo
que debemos ir hasta el trono de la gracia para encontrar fuerzas y poder para
enfrentar y vivir el tiempo de lucha, prueba y sin sentido.
Nuestra salvación viene de
Dios y solo él nos sostendrá en su misericordia. No perdamos tiempo insistiendo en nuestras
fuerzas, ni duplicando la conducta de nuestra generación. Vayamos a Dios y descansamos en Él, pues solo
Él tiene cuidado de nosotros.
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