¿YO EXALTO, TU EXALTAS, EL EXALTA?


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Pueblos todos, batid las manos;
    Aclamad a Dios con voz de júbilo.

Porque Jehová el Altísimo es temible;
Rey grande sobre toda la tierra.

El someterá a los pueblos debajo de nosotros,
Y a las naciones debajo de nuestros pies.

El nos elegirá nuestras heredades;
La hermosura de Jacob, al cual amó. Selah

Subió Dios con júbilo,
Jehová con sonido de trompeta.

Cantad a Dios, cantad;
Cantad a nuestro Rey, cantad;

Porque Dios es el Rey de toda la tierra;
Cantad con inteligencia.

Reinó Dios sobre las naciones;
Se sentó Dios sobre su santo trono.

Los príncipes de los pueblos se reunieron
Como pueblo del Dios de Abraham;

10 Porque de Dios son los escudos de la tierra;
El es muy exaltado. Salmo 47

 

 

¿Qué de nuestra vida exalta a Dios?  A veces suponemos que casi todo, porque consideramos que no hacemos mal a nadie o porque no hacemos cosas socialmente censuradas.  ¿Pero de verdad nuestra forma de vivir exalta a Dios como el merece? En lo personal pienso mucho en eso a lo largo del día y cuando lee este salmo que describe la grandeza de Dios, no me queda otra cosa más que pensar que mi forma de vivir siempre ha sido carente de una exaltación sincera  a Él.

 

Podemos auto engañarnos y pensar que le damos honra a Dios porque servimos en la iglesia, o porque traemos en nuestra play list música de alabanza.  Eso no es malo, pero no define en términos reales una vida de exaltación, sino más bien gustos y preferencias.  La realidad es que nuestra vida se convierte en exaltación a Dios cuando decidimos guiados por los valores del Reino de Dios, cuando aprendemos a disfrutar el hacer la voluntad del Padre aun y cuando no deje renta a nuestro favor, cuando.  Cuando aprendemos que amar es hacer bien e implica esfuerzo.  Cuando nos negamos a nuestros deseos y anhelos para ir tras llamados más altos y eternos.  Cuando dejamos de confiar en nuestra propias fuerzas y capacidades para rendirnos al poder de Aquel que nos salvó.  En este sentido, solo me queda una cosa que pensar, se exalta y se reconoce el poder de Dios viviendo y no solo diciendo.

 

Es fácil creernos buenos y aún más, buenos adoradores.  Pero la realidad es que tenemos mucho que aprender sobre este asunto y lo mejor que podemos hacer es humillarnos ante Dios, sin pretensión alguna a fin de aprender a darle honra de verdad y no solo cantarle ara sentir que hemos cumplido y merecemos su favor.

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