¿Y SI DEJAMOS DE CORRER?

 

Estad quietos, y conoced que yo soy Dios;
Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. (Salmo 46:10)

Tenemos la mala costumbre de creer que tenemos soluciones para todo.  Corremos de un lado a otro tratando de alcanzar nuestras metas, buscando felicidad en los amigos, hijos, pareja, esposa o esposo.  Luchamos por evitar las situaciones dolorosas de la vida como la enfermedad, la vejez, la escases, etc.  Pero después de tanto esfuerzo, conseguimos muy poco.  En el mejor de los casos  os frustramos.

Olvidamos con facilidad que la vida jamás será lo que deseamos sin la dirección de Dios.  Tanto  movimiento silo nos hará personas emocional y físicamente cansadas.  Por ello el salmista nos recomienda que debemos estar quietos y tomar la mejor opción: La forma de vida de Dios.  Los logros no los determina únicamente el esfuerzo personal.  La diferencia radica en hacer la voluntad de Dios en nuestra vida y ello sin duda, demanda de nosotros nuevos aprendizajes: El de aquietarnos y el de confiar en que Dios sí sabe qué hacer.

Aprendamos a descansar, a estar tranquilos, a dejar de preocuparnos por todo aquello que no podemos resolver.  Mejor aprendamos a de Dios a vivir, a enfrentar las situaciones complicadas de esta vida y a disfrutar todo lo que Él nos da.  Dejemos de correr y reconozcamos que solo con Dios llegaremos mas lejos de lo que nos henos planteado como metas de vida.