EL SI NOS AMA

Más que vivir,
prefiero que me ames.
Te alabaré con mis labios. (Salmo 63:3)

Hemos aprendido a desear ser amados por muchos pero no por Dios.  Anhelamos que nuestros padres nos amen. Que hagan lo propio nuestros hijos. Que nuestros amigos se desvivan por nosotros. Que el novio o la novia  os quieran y constantemente nos lo digan, que los compañeros de trabajo muestren su aprecio por nosotros o que nuestra esposa o esposo nos ame entrañablemente.  Sufrimos cuando no es así.  Nos deprimimos, nos enojamos, enfermamos y creemos que la vida pierde sentido sin el afecto de aquellos que valoramos o creemos necesitar.  Sn embargo el amor verdadero de Dios lo pasamos por alto.

Tenemos a nuestra mano el mejor amor que un ser humano pueda recibir y sin embargo lo olvidamos con facilidad.  Este amor que es perfecto y que no busca conseguir una renta, nos sana, restaura, fortalece, da sentido eterno a nuestra vida.  El amor de Dios nos da valía y nos permite reconstruir y reorientar todo aquello que por nuestra necedad henos hecho mal.

Dejemos de mendigar amor. Vayamos a lado de nuestro Dios y dejémonos amar por Él, nada nos hará más bien que su perfecto amor.