¿QUE TAN EGOISTAS SOMOS?
Bienaventurado el que piensa en el pobre;
En el día malo lo librará Jehová.
En el día malo lo librará Jehová.
2 Jehová lo guardará, y le dará vida;
Será bienaventurado en la tierra,
Y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos.
Será bienaventurado en la tierra,
Y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos.
3 Jehová lo
sustentará sobre el lecho del dolor;
Mullirás toda su cama en su enfermedad. (Salmo 41:1-5)
Mullirás toda su cama en su enfermedad. (Salmo 41:1-5)
¿En quién pensamos más allá de
nosotros? ¿En nuestra esposa o esposo? ¿En nuestros hijos? ¿En nuestros padres?
¿En los amigos? Con facilidad diremos
que si a cada uno de estas preguntas y aun tendríamos más sí para muchas otras
preguntas más. Sin embargo, al pasar por
el filtro de la honestidad tendríamos que admitir que fuera de sí mismos no
pensamos en nadie más que nosotros.
Somos muy egoístas.
Pensar en el pobre es poner al
cercano en primer lugar, es atender la
necesidad del otro y no manipularlas, es dar lo que el otro necesita y no hacer
cosas “a su favor que nos pague renta a
nosotros” Es negarnos a nosotros mismos
para darnos en favor de los que tienen un corazón roto por desamor, escasez,
enfermedad, rechazo, etc.
Priorizarnos pretender buscar
nuestra propia satisfacción y por momentos lo logramos, pero la felicidad que
viene de los alto solo se recibe cuando proveemos al necesitado. La felicidad verdadera es el resultado de
darnos en favor de otros tal y como Dios lo hizo en favor de nosotros.
El egoísmo corrompe, nos desvía
de la ruta segura, nos expone al dolor de perder a quien nos priorizo, cuido y
amó. Nos aleja del amor del Padre.
Dejemos de pensar en nosotros
mismos y hagamos espacio en nuestra vida para los cercanos. Olvidemos un poco nuestra necesidad y
atendamos la necesidad de los que sufren cerca de nosotros. Demos de nosotros sin interés y abramos
nuestro corazón a la maravillosa tarea de aprender amar como nuestro Padre lo
hace.
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