¿AUN TIENES SED?
Como el ciervo brama por las corrientes de las
aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma
tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? (Salmo 42:1-2)
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? (Salmo 42:1-2)
¿De qué tienes sed? ¿De ser
amado? ¿De logros profesionales o académicos? ¿De tus hijos o de tus padres?
¿De sexo? ¿De amigos? ¿De las actividades de la iglesia? ¿Con que estas tratando de saciar tu
necesidad hoy día? La verdad que todo
ello resultan ser buenos calmantes emocionales pero jamás saciaran nuestra
necesidad.
Fuera de Dios, cualquier cosa o
persona a la que nos acerquemos para encontrar saciedad,, nos quedará a
deber. Sin embargo hacemos hasta lo
imposible porque aquello que buscamos para nuestra satisfacción emocional de
buenos resultados pero, a pesar de todo nuestro esfuerzo siempre llegamos a un
punto en donde nos volvemos a sentir sedientos y volvemos a iniciar la búsqueda
de otro objeto de placer. Fuera de Dios
no hay satisfacción.
David había comprendido que lo
mejor era aprender a saciarse de Dios y ello sin duda provocará en efecto
domino, la saciedad del resto de nuestras necesidades. No se trata de pretender saciarnos de Dios a
través de las actividades de la iglesia, o por cumplir las expectativas de la
gente que la congregación tiene sobre nosotros.
Saciarse de Dios nada tiene que ver con la religión. Es más bien, el resultado directo de caminar
juntos por la vida aprendiendo a ser amigos.
Se trata de dejarnos conocer por Él y aprender a disfrutar su amor que
es el único que nos puede saciar y sanar.
Dejemos de buscar saciedad en
aquello que solo provoca más sed. Solo
viviendo junto a Dios, podremos experimentar la saciedad total y eterna.
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