UNA HERMOSA ALABANZA...


Aclamen al Señor, hombres buenos;
en labios de los buenos, la alabanza es hermosa.
Den gracias al Señor al son del arpa,

cántenle himnos con música de salterio,
cántenle un nuevo canto,
¡toquen con arte al aclamarlo! Salmo 33:1-3

Para el salmista la adoración no era una cuestión de modas musicales, ni entretenimiento “cristiano”¸ ni virtud de unos cuantos, sino más bien un estilo de vida sábado en la gracia y perdón de Dios.

El salmista nos muestra que la alabanza es hermosa cuando nace de un corazón perdonado y que descansa en la gracia de Dios.  No porque los músicos sean profesionales, muy afinados, buenos ejecutantes, que sepan fingir bien los domingos por la mañana, que entretengan, etc.    Es hermosa en los labios de quienes por la gracia divina, han recibido el perdón de Dios y lo atesoran.

Cada uno de nosotros fuimos creados para dar alabanza a Dios, no es un privilegio de unos cuantos, sino un llamado a todo lo que respira (salmo 150).  Sin embargo dios la atesora no de aquellos que lo hacen bien, sino de quienes por la obra de Cristo en la cruz han sido “hechos buenos” y le adoran con su forma de vivir. Sin dobleces, sin fingimientos, sin apariencias. El salmista nos lleva a reflexionar en el hecho de que adorar no es una acto aislado que se lleva a cabo los domingos por la mañana, sino el resultado de caminar con Dios, aprender a vivir como Él vive y ofrendarle nuestro corazón en transparencia y no como el fruto de una ceremonia religiosa.

La alabanza que es hermosa sale de los labios que por la gracia de Dios, no manipulan a sus hijos o conyugue, de los que no se conforman con aparentar ser creyentes sino que viven como tal,  de los que confían en Dios y se alejan de la mentira, de los que permiten que Dios trate con sus emociones y dejan el enojo, la venganza o la depresión.  Es hermosa de quienes no faltan a sus compromisos, de quienes administran sus recursos bajo la verdad de Dios, de quienes de verdad disfrutan el amor del Padre y no se conforman con ser parte de un servicio religioso nada más.  Es la alabanza hermosa cuando nace en un corazón perdonado y brota de los labios de quienes caminan con Dios en amistad.
 

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