FELIZMENTE PERDONADO
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto
su pecado. (Salmo 32:1)
¿Cuáles son nuestros pecados ocultos? ¿Culés son aquellas acciones,
ideas o emociones que sabemos no son sanas y contaminan nuestra vida con dolor,
rencor, desesperanza o desamor? David descubrió
que nada da mayor felicidad que estar a cuentas con Dios y no pretender ocultar
nada de sus ojos.
Buscamos la felicidad en muchas cosas pero solo una relación honesta
y transparente con Dios es la base para poder ser felices. Sin embargo esto es algo que no hemos
aprendido. Reducimos el pecado a lo
moral ara sentirnos “buenos” sin darnos cuenta que muchas de nuestras conductas
son sumamente toxicas. Olvidamos que el
rencor, la mentira, la manipulación, la flojera, el doble ánimo, los motivos
ocultos, etc. También son pecados y muy comunes a lo largo de nuestro día. No puede haber felicidad para quienes no
vivimos con transparencia o hablamos a espaldas de otros, para quienes no
valoramos el amor de los cercanos o usamos el interés de otros por nosotros.
El pecado hace la vida triste.
Aunque nos promuevan que hacer lo que deseamos o alcanzar lo que soñamos
nos hará personas satisfechas o felices, la realidad es que si eso por lo que
nos esforzamos es contrario a la voluntad de Dios, sin duda alguna terminaremos
desanimados, llorando y con dolor en el alma.
Solo el perdón de Dios, una vida construida con transparencia
construida en Él y una relación honesta con Él nos permitirá ser felices y
disfrutar cada momento y etapa de nuestra existencia en esta tierra. Todo lo demás nos dará algunas risas y después
mucho sufrimiento.
Comentarios
Publicar un comentario