NO HAY PORQUE TEMER
Dios mío,
tú eres mi luz y mi salvación;
¿de quién voy a tener miedo?
Tú eres quien protege mi vida;
¡nadie me infunde temor!
2 Cuando mis malvados enemigos
me atacan y amenazan con destruirme,
son ellos los que tropiezan,
son ellos los que caen.
3 Me puede atacar un ejército,
pero yo no siento miedo;
me pueden hacer la guerra,
pero yo mantengo la calma (salmo 27:1-3)
tú eres mi luz y mi salvación;
¿de quién voy a tener miedo?
Tú eres quien protege mi vida;
¡nadie me infunde temor!
2 Cuando mis malvados enemigos
me atacan y amenazan con destruirme,
son ellos los que tropiezan,
son ellos los que caen.
3 Me puede atacar un ejército,
pero yo no siento miedo;
me pueden hacer la guerra,
pero yo mantengo la calma (salmo 27:1-3)
¿De qué tienes miedo? ¿Qué es
lo que angustia tu alma? ¿Cuáles son las cosas, emociones, recuerdos y personas
que no puedes enfrentar? El Salmista aprendió
que solo Dios es el único que nos da el valor y la fuerza para hacer frente a
cada uno de sus enemigos.
Sean problemas familiares, matrimoniales, económicos, profesionales
o académicos, si hemos puesto nuestra esperanza en Dios no debemos temer. Su amor nos libera del temor y de la
angustia. Él no solo nos cuida sino nos
hace capaces de enfrentar de hacer frente cada circunstancia difícil en nuestra
vida.
El temor es el arma del malignos para producir en nuestro interior
inseguridad, desconfianza, crisis de fe angustia. Una persona temerosa sin duda alguna no podrá
ver a Dios a su favor y tomara decisiones basadas en la necesidad de evitar el
dolor. Pero cuando confiamos en la
protección y provisión de Dios podemos caminar confiados aun en el medio de la
peor situación. No pongas tu mirada en
el problema, mejor mira a Dios y confía en Él.
Ajusta tu vida a su verdad y espera su dirección. Él sin duda te infundirá valor y te defenderá
de todos tus enemigos.
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