MAS DULCES QUE LA MIEL DE ABEJA


 
La ley de Dios es perfecta,
y nos da nueva vida.
Sus mandatos son dignos de confianza,
pues dan sabiduría a los jóvenes.
Las normas de Dios son rectas

y alegran el corazón.
Sus mandamientos son puros
y nos dan sabiduría.
La palabra de Dios es limpia
y siempre se mantiene firme.
Sus decisiones son al mismo tiempo
verdaderas y justas.
10 Yo prefiero sus decisiones
más que montones de oro,
me endulzan la vida
más que la miel del panal.
11 Me sirven de advertencia;
el premio es grande
si uno cumple con ellas (salmo 19:7-11)

El salmista había descubierto que nada es mejor que la Palabra de Dios. No hay mejor lectura, ni verdad más cierta que transforme y aliente nuestra vida que la Palabra de Dios.

Todo lo que Dios dice es verdad.  A lo largo de mi vida he aprendido que todo lo que Él dice de mí en su palabra es cierto y es justo.  No hay injusticia en sus dichos.  No hay falsedad ni dobles.  A diferencia de la gente que nos rodea, lo que Él dice sobre mí, la forma en que evalúa mi vida y lo que declara sobre mi vida solo tiene una cara.  No cambia este presente o no.  Puedo confiar en lo que dice porque sus Palabras no son producto de su estado de ánimo, sino de la verdad eterna con que gobierna todo.  En su palabra encuentro disciplina, aliento, dirección y esperanza.  Cada vez que le escucho, la leo o medito en ella, soy confrontado con el pecado en mi vida, con mi indisciplina, con mis defectos de carácter.  Su Palabra me reta a ser como Él es.

Nadie tiene mejores palabras para nuestra vida que nuestro Padre.  Nadie puede darnos mejor dirección que Él.  Nadie podrá corregir mejor nuestra vida que Dios a través de lo que nos ha revelado.  Sus Palabras son miel en el medio de miles de circunstancias que el maligno utiliza para amargar nuestra existencia.  Disfrutemos y confiemos en la palabra de nuestro Padre.
 

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