¿Y SI EL VIENTO SOPLA, SEGUIMOS EN PIE?


Con los malvados
no pasa lo mismo;
¡son como el polvo
que se lleva el viento!

Cuando sean juzgados,
nada los salvará;
¡esos pecadores no tendrán parte
en la reunión de los buenos!

En verdad,
Dios cuida a los buenos,
pero los malvados
se encaminan al fracaso. (Salmo 1:4-6)

Nada nos asegura más fracasar que caminar lejos de Dios. David aprendió en su vida que conducirse según sus propias ideas y olvidarse de la verdad de Dios nunca da buenos resultados.

La necedad siempre está muy ligada a nuestra vida.  Siempre buscamos consejo en quien sabemos nos dirá lo que nos gusta escuchar o quien apoyará nuestra obstinación.  Con toda la desfachatez del mundo decidimos por cosas, personas y emociones que sabemos terminarán destruyéndonos.  Nos involucramos en actividades que de antemano sabemos que no son buenas, tomamos compromisos que deberíamos de evitar, chismeamos de los demás, no somos leales con nuestros compromisos, despreciamos las bendiciones de Dios porque no son lo que deseamos, nos enamoramos de personas equivocadas, codependemos de relaciones que nos enferman, evitamos tomar el control de nuestra vida, no enfrentamos las consecuencias de nuestras acciones y persistimos en comportamientos adictivos, y a pesar de todo ello y más, queremos que Dios nos haga personas exitosas.

Nos espantamos de que nada nos salga en la vida,  que nuestro planes fracasen, que no nos sintamos amados, que después de tanto trabajo no veamos muchos resultados y no nos damos cuenta que todo ello es la consecuencia de nuestra necedad de no caminar con Dios y no ajustar la vida a sus principios.  Nos convertimos con facilidad en “basura” que se la lleva el viento con facilidad.

Lejos de Dios no hay felicidad ni buenos frutos. Solo en Él nuestra vida significa algo y sin duda cosas buenas y perfectas nos llenaran.  Volvamos a la Cruz de Cristo y retomemos la ruta correcta para vivir en paz y llenos de su amor.
 
 

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