SU AMOR ME HACE BIEN...


Nuestro Dios y nuestro rey,
¡qué grande eres
en toda la tierra!
¡Tu grandeza está por encima
de los cielos más altos!

Con las primeras palabras
de los niños más pequeños,
y con los cantos
de los niños mayores
has construido una fortaleza
por causa de tus enemigos.
¡Así has hecho callar
a tus enemigos que buscan venganza!

Cuando contemplo el cielo,
y la luna y las estrellas
que tú mismo hiciste,
no puedo menos que pensar:
«¿Qué somos los mortales
para que pienses en nosotros
y nos tomes en cuenta?»
¡Nos creaste casi igual a ti!
Nos trataste como a reyes;
nos diste plena autoridad
sobre todo lo que hiciste;
nos diste dominio
sobre toda tu creación:
sobre ovejas y vacas,
sobre animales salvajes,
sobre aves y peces,
¡sobre todo lo que se mueve
en lo profundo del mar!

Nuestro Dios y nuestro rey,
¡qué grande eres
en toda la tierra! (Salmo 8)

Siempre luchamos para que las personas significativas en nuestra vida nos recuerden, piensen en nosotros y nos reconozcan.  Sin embargo muchas veces no lo logramos, pues no siempre quienes tienen un valor para nosotros nos ven igual.  Por ello el salmista pregunta ¿Dios por qué nos valoras tanto?

Gastamos la vida tratando de agradar a quienes nos rodean sin conseguir mucho a cambio.  Nos esforzamos para ganar el amor del conyugue, los hijos, los padres y los amigos y siempre salimos raspados y con la emoción equivocada.  Sin embargo olvidamos que quien es Dios y Rey nos ama como nadie, nos valora por encima de todo y siempre tiene algo bueno que decir de nosotros.  Nuestra carencias emocionales nos hacen blanco perfecto de quienes por sus propias carencias usar es sinónimo de amar.  De quienes por el dolor en su alma demandan atención a toda costa y de quienes por su rol con nosotros esperan ser cuidados y atendidos.

Dios es el único a quien podemos ir cada día y en cada momento para ser amados, cuidados, sostenidos, respetados, valorados y sanados.  El a pesar de ser el Rey tiene para nosotros una actitud correcta.  Su amor nos sana  y nos hace sentir valorados y especiales.  Sólo Dios es el único que puede saciar nuestra alma de amor sin salir adoloridos.  Su compañía es la única que jamás cansa y sus palabras siempre serán de bendición.  Aunque Él es el Rey, siempre nos tratará de la forma en que necesitamos y siempre nos dará respeto y aceptación.
 

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