¡¡¡AGUAS CON LA RIFA DEL TIGRE!!!
Cuídame, Dios mío,
porque en ti busco protección.
2 Yo te he dicho:
«Tú eres mi Dios;
todo lo bueno que tengo,
lo he recibido de ti.
Sin ti, no tengo nada». (salmo 16:1-2)
porque en ti busco protección.
2 Yo te he dicho:
«Tú eres mi Dios;
todo lo bueno que tengo,
lo he recibido de ti.
Sin ti, no tengo nada». (salmo 16:1-2)
Nada malo procede de la mano de
Dios. Todo lo que Él nos da sin duda será bueno, sin embargo somos nosotros los
que nos aferramos a conseguir de cual forma lo que deseamos. Y con ello sin
duda traemos frustración a nuestra vida.
No siempre podemos distinguir entre
nuestros deseos y lo que en realidad necesitamos. Asumimos con facilidad que todo aquello que
nuestro corazón anhela es aquello por lo que debemos que luchar y hacer
esfuerzos para conseguirlo. Puede ser un
bien de consumos, una experiencia, una sensación, una persona, etc. Nos
volcamos en excusas, argumentamos a nuestro favor, nos justificamos, luchamos y
peleamos por ello sin darnos cuenta que Dios no está royéndonos aquello que
deseamos y al final, terminamos sacándonos “la rifa del tigre”
Dios en cambio nos da aquello que
dará buen fruto en nuestra vida. El
conoce nuestra necesidad y está siempre dispuesto a suplirla conforme a sus riquezas
en gloria. Sus regalos jamás producirán dolor
y nunca lo que viene su mano producirá
una lágrima de dolor. Su amor es tan
perfecto que todo lo que Él hace por nosotros trae buenos resultados.
NO vayamos tras nuestros deseos,
mejor contémosle a Dios nuestra necesidades que el sin duda proveerá más allá
de lo pensamos y pedimos. Si dejamos que
sea Dios quien provea, sin duda no lloraremos al darnos cuenta que aquello por
lo que luchamos no era ni por mucho lo que en verdad necesitábamos.
Comentarios
Publicar un comentario