¡PIDO UN APLAUSO PARA EL AMOR..!


 
 
El rey Asuero cobraba impuestos en todo su territorio, y hasta en las islas. El relato completo de todo lo que este rey hizo con su poder y su fuerza, y del alto puesto de honor que le dio a Mardoqueo, está escrito en el libro de la historia de los reyes de Media y Persia. Mardoqueo el judío era la autoridad más importante, después del rey Asuero. Todos los judíos lo reconocían como un gran hombre y lo apreciaban mucho, porque él procuraba el bienestar de todos ellos y se encargaba de que todos los de su pueblo vivieran tranquilos. (Ester 10:1-3)

 Todos queremos ser amados.  Queremos sentirnos especiales para quienes nos son especiales para nosotros.  Queremos sentir la atención de la gente que nos rodea.  Sin duda sentirnos amados es una necesidad básica.  El asunto es “¿Cómo pretendemos conseguir que ello pase?”  Mardoqueo no pretendió ser amado ni reconocido por los suyos.  El no “neurotizó” su necesidad de amor, sino más bien vivió priorizando correctamente las cosas en su vida.  Maduro al punto de que entendió que cuidar, atender, valorar y servir son conductas que “hacen bien” tanto a quienes las reciben como a quienes las emiten.

Deseamos que nuestro conyugue nos ame, pero no le damos el valor que merece.  Pretendemos que nuestros hijos nos valoren y en la vejez nos cuiden, pero no les damos cuidado a sus necesidades, sino solo “tareas que cumplir”  Deseamos que nuestros amigos y familiares nos aprecien, pero nunca estamos para ellos, sino más bien, en muchas ocasiones les usamos para conseguir lo que deseamos.

Ser amados es el resultado directo de haber madurado en el amor.  Es decir es la consecuencia directa de entender que uno se debe al otro y se brinda en cuidado y servicio para causar en el crecimiento y bienestar.  Amar es la causa de ser amados por quienes también han aprendido amar.  De no ser así, solo somos usados, deseados o pretendidos pues nosotros hacemos lo mismo con quienes están cerca.  Amar es una conducta del reino de Dios y na prioridad correcta, pues cuando amamos y dejamos de usar, nos parecemos a Dios y causamos en otros el mismo efecto que Él causa en nosotros: Salud.  No busquemos el amor como un premio que se exige o que urge, sino sembremos cuidado y servicio honesto hacia los demás y entonces viviremos en el aprecio de los de nuestros cercanos  como una consecuencia natural.
 
 

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