YA NECESITAMOS UNA MANITA DE GATO...
Entonces
reprendí a las autoridades por haber descuidado el templo de Dios (Nehemías
13:11)
La generación de
Nehemías había hecho un gran esfuerzo por su ciudad, sin embargo no habían
puesto el mismo empeño por las cosas del templo de Dios, así que tuvieron que
ser reprendidos por no tener al templo como una prioridad en su vida.
Hoy nosotros
somos templos vivos para Dios. La pregunta es ¿Estamos tan interesados en el
templo presente de Dios (nosotros mismos) como lo estamos por muchas otras
cosas más? La realidad es que si
evaluamos nuestra conducta en este asunto, debemos de reconocer que estamos
faltos de un interés verdadero por
cuidar lo que Dios no ha dado: Espíritu, Alma y Cuerpo. Tendremos que reconocer que en lo espiritual nuestra
relación con Dios tiende siempre a ser pobre, manipuladora de nuestra parte,
condicionada a las bendiciones y a estados de ánimo. Con facilidad nos alejamos de Dios para ir
tras satisfacciones temporales que solo enredan nuestra vida. En cuanto a lo emocional, sin duda dejamos de
preocuparnos por madurar, aprender a vivir como es digno de quienes hemos sido
llamados a ser hijos de Dios, dejamos que la depresión controle nuestra vida,
nos enredamos en relaciones que nos destruyen, vivimos siempre codependiendo de
algo o alguien, seguimos consejos de gente que esta emocionalmente peor que
nosotros y ello nos lleva a más dolor.
En lo físico, descuidamos nuestra
alimentación. No atendemos nuestro cuerpo con ejercicio. Nos desvelamos,
etc. Somos templo vivos de Dios, pero no
nos cuidamos.
Dios habita en
nosotros, sin embargo vivimos con tanta displicencia que tal pareciera que Dios
merece habitar en ruina. Creo que
debemos de pensar mejor en la vida que llevamos. Ser creyentes no es un asunto de reglas, sino
de gracia divina que nos lleva a un mejor estilo de vida. Si no actuamos en consecuencia a esta verdad,
estamos en una trampa de la que debemos salir para que en verdad nuestro ser de
gloria a quien nos salvó y no solo nuestra boca y mucho menos únicamente en
domingo.
Tú y yo somos la
casa de Dios. Su gracia nos hace dignos
de que Él habite en nosotros, pero ¿estamos cuidando su casa? ¿Estamos viviendo
de tal forma que su presencia es visible a los demás a través de nuestra forma
de vivir? ¿Estamos cuidando la casa de Dios en el entendido que daremos cuenta
de ello?
Comentarios
Publicar un comentario