¿Tratamos a los demás como a nosotros mismos?


19 Cuando las vírgenes eran reunidas la segunda vez, Mardoqueo estaba sentado a la puerta del rey.

20 Y Ester, según le había mandado Mardoqueo, no había declarado su nación ni su pueblo; porque Ester hacía lo que decía Mardoqueo, como cuando él la educaba.

21 En aquellos días, estando Mardoqueo sentado a la puerta del rey, se enojaron Bigtán y Teres, dos eunucos del rey, de la guardia de la puerta, y procuraban poner mano en el rey Asuero.

22 Cuando Mardoqueo entendió esto, lo denunció a la reina Ester, y Ester lo dijo al rey en nombre de Mardoqueo.

23 Se hizo investigación del asunto, y fue hallado cierto; por tanto, los dos eunucos fueron colgados en una horca. Y fue escrito el caso en el libro de las crónicas del rey. (Ester 2:19-23)

 

Mardoqueo era un hombre que aunque tenía libertad de tránsito, no vivía en su tierra.  Había sido llevado como esclavo años atrás y aunque le iba bien, sin duda su realidad no era exactamente lo que hubiera deseado.  En ese estado se encontraba cuando se enteró de que había gente que quería matar al rey en turno.  Pudo no haber dicho nada, al fin de cuentas él no era persa sino judío, sin embargo el actuó con lealtad y ética.

Muchas veces nosotros, con gente mucho más cercana como pudiera ser nuestra esposa o esposo, padres, hijos, amigos o compañeros actuamos con menos lealtad y menos ética que Mardoqueo que pudo haber dicho: “a mí que…”  Vivimos sin considerar mucho la forma en que podemos afectar el ánimo o el estado emocional de la gente que nos rodea.  Le damos poco valor a los cercanos y solo pensamos en nuestro propio interés o beneficio.  Olvidamos que fuimos llamados a amar a los nuestros como a nosotros mismos.  Mardoqueo mostro lealtad al rey de la nación en donde vivía porque entendía que al hacerlo mostraba lealtad a Dios.  Sin embargo nosotros olvidamos que si no somos leales con quienes vemos ¿cómo podríamos ser leales con quien no vemos?  Es decir, si no somos leales con nuestra familia y amigos es porque no somos leales a Dios tampoco. La lealtad hacia los demás siempre dejará ver nuestra lealtad a Dios.

No olvidemos que fuimos llamados a vivir en los valores del Reino de Dios y uno de ellos es tratar a los demás como nos gusta que nos traten a nosotros mismos.  La falta de ética y lealtad en la vida, solo demuestran cuán lejos vivimos de Dios y que poco le conocemos.

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