¿SERVIMOS?


 
 
Durante doce años mis familiares y yo no aceptamos la comida del rey, que me correspondía como gobernador de Judá. Fui nombrado gobernador en el año veinte del reinado de Artajerjes, y estuve en ese cargo hasta el año treinta y dos. 15 Los que habían gobernado antes que yo fueron malos con el pueblo, porque cobraban cuarenta monedas de plata al día por comida y vino. También sus ayudantes habían sido malos, pero yo no hice eso porque amo y respeto a Dios. 16 Me dediqué a reconstruir el muro de la ciudad y no compré ninguna propiedad. Todos mis ayudantes colaboraron en la reconstrucción. 17 Además, yo les daba de comer a ciento cincuenta judíos, incluidos sus jefes, sin contar a todos los de otras naciones vecinas que también venían a mi mesa. 18 Todos los días se preparaba por mi cuenta un buey, seis de las mejores ovejas, y también aves; cada diez días se servía abundante vino. Sin embargo, no cobraba lo que me correspondía como gobernador, porque la gente ya sufría bastante.

19 Luego oré y le dije a Dios: «Te ruego que te acuerdes de todo lo que he hecho por esta gente». (Nehemías 5:14-19)

Lo que deja ver que somos hijos de Dios, no es nuestro conocimiento de la biblia o nuestra capacidad para interpretarlas o enseñarla.  Podríamos hacer todo ello bien sin realmente ser hijos de Él.  Nehemías mostro la obra de Dios en su vida al priorizar a quienes le rodeaban. Al ser empáticos con su necesidad y no tomar ventaja de su carga o cercanía ante el rey.

De nada sirve ir a la iglesia cada domingo si no tenemos empatía con la gente que nos rodea.  Podríamos ser muy buenos haciendo las cosas que suponemos Dios quiere de nosotros pero sin tener interés por todos con los que interactuamos cada día.  Eso no es de Dios.  De nada sirve pretender hacer “lo bueno” sin que ello tenga que ver con cada persona con la que hablamos.  Dios mostró su amor para con nosotros “dándonos” a Jesús.  ¿Qué damos de nosotros  a las personas que decimos amar?  ¿Somos honestos con lo que les decimos? ¿Nuestros hechos respaldan nuestros dichos? ¿Somos bendición para quienes sufren? ¿Tenemos un interés sincero por aquellos con los que reímos y convivimos o solos los usamos para mitigar nuestra soledad? ¿Hemos aprendido a darnos a otros en servicio honesto tal y como Dios lo ha hecho con nosotros a través de Jesús?

La intensidad de nuestra amistad con Dios se deja ver solo de manera veraz a través de los actos de amor, misericordia y servicio hacia los demás.  De lo contrario solos somos gente religiosa, que no deja de asistir cada domingo a la iglesia, que acumula información de la palabra que  no sabe amar y hacer bien a los que dice querer, apreciar y valorar.  Si somos hijos seguramente nuestra cercanía a nuestra esposa, esposo, hijos, padres, amigos, conocidos y compañeros de trabajo será de mucha bendición para cada uno de ellos.
 
 

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