¿SEGUIMOS A DIOS?

 
 
 
Después de estas cosas el rey Asuero engrandeció a Amán hijo de Hamedata agagueo, y lo honró, y puso su silla sobre todos los príncipes que estaban con él.

Y todos los siervos del rey que estaban a la puerta del rey se arrodillaban y se inclinaban ante Amán, porque así lo había mandado el rey; pero Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba.

Y los siervos del rey que estaban a la puerta preguntaron a Mardoqueo: ¿Por qué traspasas el mandamiento del rey?

Aconteció que hablándole cada día de esta manera, y no escuchándolos él, lo denunciaron a Amán, para ver si Mardoqueo se mantendría firme en su dicho; porque ya él les había declarado que era judío.

Y vio Amán que Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba delante de él; y se llenó de ira.

Pero tuvo en poco poner mano en Mardoqueo solamente, pues ya le habían declarado cuál era el pueblo de Mardoqueo; y procuró Amán destruir a todos los judíos que había en el reino de Asuero, al pueblo de Mardoqueo.

En el mes primero, que es el mes de Nisán, en el año duodécimo del rey Asuero, fue echada Pur, esto es, la suerte, delante de Amán, suerte para cada día y cada mes del año; y salió el mes duodécimo, que es el mes de Adar.

Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del rey, y al rey nada le beneficia el dejarlos vivir.

Si place al rey, decrete que sean destruidos; y yo pesaré diez mil talentos de plata a los que manejan la hacienda, para que sean traídos a los tesoros del rey.

10 Entonces el rey quitó el anillo de su mano, y lo dio a Amán hijo de Hamedata agagueo, enemigo de los judíos,

11 y le dijo: La plata que ofreces sea para ti, y asimismo el pueblo, para que hagas de él lo que bien te pareciere.

12 Entonces fueron llamados los escribanos del rey en el mes primero, al día trece del mismo, y fue escrito conforme a todo lo que mandó Amán, a los sátrapas del rey, a los capitanes que estaban sobre cada provincia y a los príncipes de cada pueblo, a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo según su lengua; en nombre del rey Asuero fue escrito, y sellado con el anillo del rey. (Ester 3:1-12)

 
Hacer lo correcto no siempre trae buenos resultados a primera vista.  Mardoqueo sabía que no debía inclinarse ante nadie que no fuera su Dios y también sabia, que ello le causaría problemas, sn embargo toma el riesgo y fue fiel a sus principios y lealtades.

 
Hoy nosotros con facilidad claudicamos a la verdad de Dios.  La necesidad de ser aceptados por nuestro amigos y familiares es más fuerte y sin empacho hablamos como ellos, valoramos lo que ellos valoran, vivimos con ellos lo hacen y creemos lo que ellos creen sobre el amor, la amistad, el trabajo, la escuela, el orden, la disciplina, la fidelidad, el perdón, etc.  Sin importar lo que Dios nos ha mostrado y que es mejor.  Preferimos ser reconocidos y aceptados por las personas y dejamos a Dios a un lado.  Resumimos nuestra relación con Dios a lo religioso y decidimos vivir como quienes nos rodean a fin de no ser rechazados.

 
Vivir para Dios nunca será fácil.  Muchas veces será hasta riesgoso, pero siempre será lo mejor para nuestra vida.  Quien vive a expensas de la opinión de los demás y olvida la de Dios, sin duda terminará metido en mucha frustración, dolor y vergüenza.  Por la vida cierta y plena solo se encuentra en Dios.  El pecio por ser aceptado por quienes viven fuera de la verdad de Dios, es alto y el fin pobre en todo sentido.  El gozo verdadero y la vida satisfactoria está en ser fieles a Dios y hacer su voluntad en todo.  Seguir el consejo de quienes viven en ceguera emocional y espiritual nunca producirá en nosotros plenitud.
 
 
 

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