¿PODEMOS?
Cierto día, en el mes de Abib,[a] le llevé vino al rey Artajerjes. Como nunca
me había visto triste, 2 el
rey me preguntó:
—¿Qué te pasa? No te ves enfermo. Esa cara triste me
dice que debes estar preocupado.
Sentí mucho miedo en ese momento, 3 y le dije al rey:
—¡Deseo que Su Majestad viva muchos años! La verdad,
sí estoy triste, y es que la ciudad donde están las tumbas de mis antepasados
está en ruinas. Sus portones han sido destruidos por el fuego.
4 El rey me preguntó:
—¿Hay algo que pueda hacer por ti?
Yo le pedí ayuda a Dios, 5 y le contesté al rey:
—Si le parece bien a Su Majestad, y quiere hacerme
un favor, permítame ir a Judá, para reconstruir la ciudad donde están las
tumbas de mis antepasados.
6 El rey, que estaba acompañado por la reina, me preguntó cuánto
tiempo duraría mi viaje y cuándo regresaría. Yo le dije cuánto tardaría, y él
me dio permiso para ir. 7 Entonces le pedí que me diera cartas para los
gobernadores de la provincia que está al oeste del río Éufrates. Ellos debían
permitirme pasar por sus territorios para llegar a Judá. 8 También le pedí una carta
para Asaf, que era el guardabosque del rey. Asaf debía entregarme madera para
las puertas de la torre, la cual estaba cerca del templo de Dios, y también
para los muros de protección de la ciudad y para mi casa. El rey me dio todo lo
que le pedí, porque mi buen Dios me estaba ayudando.
9 Luego
el rey envió unos oficiales del ejército y soldados de caballería para
protegerme en mi viaje. Al llegar a la provincia al oeste del río Éufrates,
entregué las cartas del rey a los gobernadores.
10 Cuando
Sambalat el de Horón, y Tobías el funcionario amonita se enteraron de todo
esto, se disgustaron mucho de que yo hubiera llegado para ayudar a los
israelitas. (Nehemías 2:1-10)
Somos
adictos a creer que tenemos el control de todo lo que pasa en nuestra vida, que
somos capaces de lograr lo que deseamos o nos proponemos y que está en nuestras
manos el logro de los objetivos. Es tan
fuerte el pensamiento humanista en nuestra vida que se nos hace imposible de
creer que nada en realidad está bajo nuestra voluntad.
Nos
esforzamos, manipulamos a la gente de nuestro entorno, enfrentamos batallas que
deberíamos de ignorar y hasta nos estresamos con tal de llegar a nuestra meta y
se nos olvida que si Dios no es quien construye, nosotros nos cansamos inútilmente. Nehemías hablaba cada día con el rey más
poderoso de sus tiempos, el gran Artajerjes.
Pocas cosas no estaban bajo su voluntad y sin embargo nunca pensó que
esa relación le podría cajear favores para su gente o el mismo. Cuando Artajerjes le pregunto que podía hacer
por el, su pensamiento fue el correcto: “pidió ayuda a Dios” Nuestro pensamiento humanista y secularizado
no nos deja ver que sin Dios es imposible todo.
Que fuera de su voluntad solo hay cansancio emocional y frustración.
No
es nuestro esfuerzo o competencias lo que nos llevará a conseguir los resultados
que buscamos. No son las relaciones o
contactos lo que nos abrirán puertas. Si
Dios no hace la obra a nuestro favor y construye nuestra vida, nada de lo que
imaginamos pasará. Solo nos cansaremos y
frustraremos al darnos cuenta que nuestro entorno se aleja de nuestros sueños
personales. Seamos humildes y hagamos lo
de Nehemías: Pidamos ayuda a Dios y hagamos su voluntad en todo tiempo.
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