¿Lagrimas de cocodrilo?


 
Mientras Esdras estaba de rodillas frente al templo, reconociendo el pecado del pueblo, una gran cantidad de hombres, mujeres y niños se juntó alrededor de él, llorando amargamente. Entonces Secanías hijo de Jehiel, que era descendiente de Elam, le dijo a Esdras:

«Nosotros hemos desobedecido a nuestro Dios al casarnos con mujeres de países que adoran a otros dioses. Pero todavía hay esperanza para nuestro pueblo Israel. Vamos a prometerle a nuestro Dios que nos separaremos de todas esas mujeres y sus respectivos hijos. Haremos todo lo que tú y los que respetan el mandamiento de Dios nos indiquen. Obedeceremos la ley de Dios. Levántate, porque es tu deber hacer esto; nosotros te apoyaremos. ¡Vamos, anímate!» (Esdras 10:1-4)

Decir que lo sentimos y seguir en la misma conducta solo son palabras que nada resuelven sobre nuestra forma de vida.  Quien dice sentirse mal por perder el control de la ira y no hace nada para solucionarlo, solo hace retórica, quien afirma tener que bajar de peso y sigue comiendo como siempre sin disminuir su ingesta o aumentar su actividad física, solo juega con su salud.  Quien es violento y aunque pide perdón sigue ejerciendo violencia, solo juega con la esperanza de una mejor ambiente para quienes lo rodean.  Pedir perdón y mantener sin preocupación alguna la misma conducta solo refleja la necesidad de manipulación y el poco respeto por sí mismo y por aquellos a los que han o está afectando.

Arrepentirse no es sentir remordimiento sino tomar acciones concretas para no hacer más aquello que sabemos está mal, que no nos ayuda a madurar y sobre todo que afecta negativamente a quienes nos rodean. Solo decir, solo sentir, o solo creer sin accionar no nos llevará más lejos de donde estamos ni tampoco producirá resultados en nuestra vida que generen resultados que generen bendición a otros.  Arrepentirse es tomar la decisión de dejar de hacer aquello que sabemos está mal e implementar esa decisión a través de acciones concretas que nos permitan funcionar mejor en la vida y ser bendición para nuestros hijos, amigos, compañeros de trabajo, familiares, etc.

No podemos volvernos a Dios solo de palabra.  No se trata de disfrazarnos de piedad cada domingo para que los demás vena cuan buenos somos.  No se trata de vivir creyendo que la gracia es la salida rápida a nuestros malos hábitos.  Se trata de saber que si no hay un cambio verdadero en la que pensamos, sentimos y hacemos, difícilmente estamos arrepentimos y solo tratamos de manipular a Dios y al de junto.  Pensemos bien si hay arrepentimiento en nuestra vida o solo hacemos retórica.
 

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