LA MALA CONDUCTA SIEMPRE SERÁ MALA...
Nehemías 1
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Nehemías ora por la gente de
Jerusalén
1 Yo soy Nehemías hijo de Hacalías y ésta es
mi historia. En el mes de Quislev,[a] cuando
Artajerjes llevaba veinte años de reinar, yo estaba en el palacio del rey en
Susa. 2 En ese momento llegó allí mi hermano Hananí con unos
hombres que venían de Judá. Cuando les pregunté cómo estaba la ciudad de
Jerusalén, y cómo estaban los judíos que no fueron llevados prisioneros a
Babilonia, 3 ellos me respondieron: «Los que se quedaron en
Jerusalén tienen graves problemas y sienten una terrible vergüenza ante los
demás pueblos. Los muros de protección de la ciudad están en ruinas, y sus
portones fueron destruidos por el fuego». (Nehemías 1:1-3)
¿Cuánto en nuestra vida hemos permitido que el
enemigo lo destruya? Israel había recibido de Dios muchas bendiciones. Habían
sido una nación con poder y esplendor y sin embargo, en ese presente todo se
había perdido. No quedaba nada de
aquello buenos tiempos.
No distan mucho algunas áreas de nuestra vida de
esa realidad. No nos queda más que sentirnos “avergonzados” del hecho de haber
permitido que nuestra necedad, malos hábitos, necesidades no resueltas,
soberbia y deseo de conformidad a nuestro entorno, que todo lo que Dios nos dio
se hayan echado a perder. El oprobio,
siempre será la consecuencia directa de
actuar fuera de la verdad de Dios y de llamar a lo malo como bueno.
Si revisamos cuantas bendiciones de Dios en nuestra
vida hemos echado a perder, el número
nos alarmaría. Nuestro matrimonio,
buenas relaciones con personas que en verdad nos han amado, nuestros hijos,
oportunidad de trabajo, estudios, vacaciones, bienes de consumo, etc. Nuestra mala actitud muchas nos han llevado a
perder lo bueno con lo que Dios quiere en verdad alegrar y bendecir nuestra
vida. Pensamos que tenemos la razón y
que el matrimonio funcionará solo, sin esfuerzo alguno, dedicación o fidelidad,
creemos que nuestros, pensamos que los hijos pueden con su vida solos o que
necesitan que estemos sobre de ellos en todo tiempo. Creemos que las oportunidades que dejamos ir
nos volverán a esperar a la vuelta de la esquina o que la gente que nos amó o
apreció siempre estarán para nosotros a pesar de nuestras mentiras,
deslealtades o manipulación.
El llanto en nuestra vida, la frustración por
darnos cuenta que las cosas no son como pensábamos que serían y el dolor por
muchas pérdidas, solo son el resultado de no valorar lo dado por Dios, sus
bendiciones con las que habría querido provisto de alegría y felicidad y de
pensar que nuestra ideas para “ser felices” son mejores que sus ideas. Ante todo ello, lo único prudente que podemos
hacer, es pedir, perdón, reconocer nuestra necedad y volvernos a Dios, su
verdad y su interés genuino por nosotros. De no hacerlo, nos hundiremos más en nuestra
incapacidad para construir nuestra vida.
La verdad es esta. FUERA DE DIOS
SOLO HAY VERGÜENZA Y APROBIO. Y los tiempos buenos, solo son vagos recuerdos.
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