EL NOS CUIDA


 
Cuando Sambalat se enteró de que estábamos reconstruyendo el muro, se enojó mucho. Se puso furioso y comenzó a burlarse de los judíos. Delante de sus compañeros y del ejército de Samaria dijo: «¿Qué se traen entre manos esos pobres judíos? ¿Creen que podrán reconstruir la ciudad y volver a ofrecer sacrificios? ¿Creen que podrán hacerlo en un día? ¿Piensan que de ese montón de escombros van a sacar piedras nuevas?»
Tobías el amonita, que estaba con él, añadió: «¡El muro que están edificando es muy débil! ¡Basta que se suba una zorra para que se caiga!»
Entonces yo oré: «¡Dios nuestro, escucha cómo nos ofenden! Haz que todo lo malo que nos desean les pase a ellos. Haz que se los lleven a la fuerza a otro país, y que les roben todo lo que tienen. No les perdones sus maldades ni te olvides de sus pecados pues nos han insultado por reconstruir el muro». (Nehemías 4:1-5)

Vivir en el compromiso de hacer aquello a lo que fuimos llamados no siempre generará los mejores comentarios. Sin duda y desde siempre, cada vez que alguien se compromete con el logro de una empresa, tendrá que lidiar con las palabras mordaces de quienes en su mediocridad se siente amenazados y más, si esa empresa tiene que ver con la visión de Dios para nuestra vida o la de otros.

Nehemías con entusiasmo trabajaba junto a muchos que vivían en Jerusalén y los pueblos vecinos por todos los medios trataban de desviarlos de su objetivo, hacerlos claudicar, corromper la visión con la que estaban comprometidos  Ante ello, Nehemías hicieron lo correcto, buscaron el cuidado y protección de Dios.

¿Qué haces cuando la gente te agrede? ¿Cómo reacciones cuando los tuyos te quieren desanimar? ¿Cómo enfrentas las opiniones diferentes?  Muchas veces ante situaciones como las que enfrento Nehemías, reaccionamos con desanimo, frustración, violencia, palabrerías, etc.  Yo lo he hecho y nada he resuelto. ¿Por qué?  Porque la respuesta correcta ante las amenazas es refugiarnos en Dios, cobrar aliento y seguir con aquello que nos han encomendado, ya sea nuestro matrimonio, nuestros hijos, la familia, el trabajo, estudios, negocio, etc.  Si Dios es por nosotros, nadie podrá contra nosotros.  En tanto estemos en la voluntad de Dios y descansemos en su gracia, seguramente estaremos en la mejor y mas grandes de las protecciones.

En lugar de responder a la agresión con agresión, deprimirnos o sentirnos víctimas, mejor vayamos con Dios y busquemos en Él las fuerzas y dirección que nos guiarán a donde el quiere llevarnos.
 
 

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