AMAR... NO USAR


 
Tiempo después, varios hombres y mujeres protestaron contra sus compatriotas judíos. Algunos que tenían muchos hijos decían que les faltaba trigo para darles de comer. Otros decían que, para obtener un préstamo y así poder comprar trigo, habían tenido que hipotecar sus campos, casas y viñedos. También estaban los que decían que, para pagar los impuestos sobre sus campos y viñedos habían tenido que pedir dinero prestado. Además, decían:

«Somos de la misma raza que nuestros compatriotas, y nuestros hijos tienen los mismos derechos que los de ellos. Sin embargo, tendremos que vender a nuestros hijos como esclavos. La verdad es que algunas de nuestras hijas ya lo son, y no podemos hacer nada para evitarlo, porque nuestros campos y viñedos ya pertenecen a otros».

Cuando escuché sus quejas, me enojé mucho. Y después de pensarlo bien, reprendí a los jefes y a los gobernantes por tratar mal a sus propios compatriotas, y les mandé que se reunieran para hablar del asunto. Entonces les dije:

«Nosotros hemos estado haciendo todo lo posible por rescatar a nuestros compatriotas que fueron vendidos como esclavos a otras naciones. Ahora ustedes los están obligando a venderse de nuevo, y después nosotros tendremos que volver a rescatarlos».

Ellos no supieron qué responder, así que se quedaron en silencio. Entonces yo les dije:

—Lo que ustedes están haciendo no está bien. Para evitar las burlas de nuestros enemigos ustedes tienen que demostrar que respetan a Dios. 10 Además, sepan que mis parientes, mis ayudantes y yo, hemos prestado dinero y trigo a estos compatriotas nuestros. Pero ahora vamos a decirles que no nos deben nada. 11 Ustedes deben devolverles hoy mismo sus campos, sus viñedos, sus olivares y sus casas. No los obliguen a pagar lo que deben, ya sea dinero, trigo, vino o aceite, ni los obliguen a pagar intereses. (Nehemías 5:1-11)

Tratar dignamente a quienes tenemos cerca es llamado de parte de Dios. Es parte del estilo de vida de quienes vivimos en el Reino de Dios.  Abusar, usar, manipular, discriminar o criticar son conductas que Dios desprecia, porque nada tienen que ver con nuestra naturaleza.  Nehemías se enteró que ello pasaba en el seno de su nación y se sintió ofendido y decepcionado por esa forma de vida de algunos de los suyos.

Nosotros hoy vivimos muy parecidos a la gente de esa generación.  Sin pena alguna, vaya ni remordimiento por lo menos, hacemos uso de quienes nos rodean.  Vivimos usando a nuestros cercanos para llegar a nuestras metas personales.  No nos interesa si se lo pasan mal, si sufren, se desilusionan, se conflictuan, si pierden, etc.  Sin temor alguna sacamos ventaja de su entusiasmo, lealtad, amor o interés.  Lo único que en el fondo nos interesa es adquirir una renta a nuestro favor.  Lo hacemos con nuestros “amigos” de quienes hablamos mal cuando se dan la vuelta.  Lo hacemos con nuestro conyugue al abusar de su amor y lealtad y no respondemos ante ello de una manera similar, sino que le usamos para sobrevivir emocionalmente pero cuando la realidad cambia le damos la espalda porque estorba.  Lo hacemos también con nuestros hijos al no ser los padres que ellos necesitan para desarrollarse emocional y socialmente.

No podemos ir por la vida abusando del amor, interés y amistad sincera que otros nos dan.  Tampoco debemos de darnos permiso de usar a los demás para nosotros obtener algún beneficio personal. Debemos aprender a darle a quienes rodean el valor que merecen.  Respetar sus deseos e intereses, valorar el afecto que nos dan y responder a ello con fidelidad y lealtad.  Debemos entender y vivir en la verdad que en el Reino de Dios el verbo que se conjuga es amar y no usar.  Porque usar es una forma de violencia.  No es de Dios esta forma de vida y debemos reaprender de Él una forma de vida mucho más sana y sincera.
 
 

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