¡TAL VEZ, NO SE, A LO MEJOR, QUIEN SABE!..
Amasías
tenía veinticinco años cuando comenzó a gobernar. La capital de su reino fue
Jerusalén, y su reinado duró veintinueve años. Su madre era de Jerusalén y se
llamaba Joadán. 2 Amasías
obedeció a Dios, aunque no lo hizo con sinceridad.
3 Cuando Amasías llegó a ser un rey muy poderoso,
mató a todos los que habían asesinado a su padre. 4 Pero no mató a los hijos de
los asesinos, sino que obedeció la ley de Moisés que dice: «Los padres no deben
morir por culpa de sus hijos, ni los hijos deben morir por culpa de sus padres.
Cada persona debe morir por su propio pecado». (2 Crónicas 25:1-4)
La forma en que aprendimos
disciplina nos enseñó que uno muchas veces puede aparentar obedecer sin hacerlo
y hacer pensar al otro que se hace lo correcto.
También aprendimos a manipular de tal forma que movemos las voluntades
de los padres, conyugue o jefes para que nos pidan solo lo que estamos
dispuestos a obedecer y aún más, aprendimos a obedecer cuando nos conviene
hacerlo, es decir, cuando podemos sacar de ello una recompensa. Así era Amasías. Un hombre que “obedecía a Dios” pero por
conveniencia.
Muchas veces cuando queremos
salirnos con la “nuestra” tomamos primero
una actitud complaciente, amorosa o interesada para después conseguir lo
que deseamos o evitar, según nosotros, sentirnos culpables por nuestras
acciones. Otras veces cuando nos piden
cuentas por nuestros hechos decimos verdades a medias o manipulamos los hechos
para no ser reprendidos o castigados. Hemos aprendido a obedecer si y solo si,
obtenemos una renta de nuestro esfuerzo o sacrificio. Es común oír a los chicos en casa decir, “si
ayudo en las labores, pero ¿qué me das a cambio?” Lo es también entre los esposos cuando dicen “si,
pasamos tiempo junto pero después yo hago lo que desee con mi tiempo” o con
Dios cuando oramos y decimos “Señor yo hago tu voluntad pero bendíceme en esto
o aquello” Queremos obedecer obteniendo
algo a cambio y eso no es obediencia, es chantaje.
La obediencia siempre implicará sacrifico. Olvidamos que obedecemos porque es lo mejor
para nuestra vida y no porque los resultados se ajustarán a nuestros deseos o
interese. Dios no busca gente que
pretenda chantajearlo con bendiciones para poder hacer su voluntad. No se espera eso de nosotros. No podemos actuar como Amasías y creer que
vivimos en la voluntad de Dios. No
podemos creer que es posible chantajear al dado de la vida. No podemos pasar por la vida creyendo que nos
saldremos con la nuestra y no cosecharemos consecuencias dolorosas por ello.
¿Cómo obedeces a Dios? ¿De
corazón? De no ser así no es obediencia sino intentos de chantaje a quien todo
lo sabe y sobre todo quien conoce las intenciones de nuestro corazón.
Comentarios
Publicar un comentario