¡¡Para grandes males, grandes remedios!!
Después
de la muerte de Atalía, la ciudad vivió tranquila. (2 Crónicas 23:21)
Muchas veces son
malos hábitos los que nos atan a la mediocridad, otras más comportamientos
adictivos (personas, dolor, sustancias, situaciones, recuerdos etc.). También lo son personas que influencian de
tal forma nuestra vida que terminamos esclavizados al dolor, ansiedad, frustración,
malos resultados producto de malos consejos, etc. A veces son las creencias y valores lo que no
nos permite tener la vida que Dios ha diseñado para nosotros y que nos regaló
por medio de su Hijo en la cruz.
Cualquiera que
fuera el caso, sin duda hay algo en nuestra vida que tiene que “morir” para
poder vivir en la libertad de Dios. Para
poder estar tranquilos y vivir en paz.
Nada florece en donde el dolor que el maligno produce por su influencia,
no es quitado. Solo e el alma sanada por el perfecto amor de Dios puede vivir
tranquila.
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