NO TE AVIENTES COMO EL BORRAS...
8-9 Tiempo
después, Zérah, que era de Etiopía, le declaró la guerra a Judá. Al frente de
un ejército muy numeroso y de trescientos carros de combate, llegó hasta
Maresá, muy cerca de Jerusalén.
Aunque Asá tenía un ejército
de valientes soldados armados con escudos y lanzas, eran apenas trescientos mil
soldados de la tribu de Judá, y doscientos ochenta mil de la tribu de Benjamín. 10 Sin embargo, Asá decidió enfrentarse a Zérah y a
su ejército, y colocó a sus hombres en posición para la batalla en el valle de
Sefata, que está muy cerca de Maresá. 11 Luego oró a Dios, diciendo:
«Dios nuestro, nos hemos
atrevido a pelear contra este ejército tan grande, porque confiamos en ti y
queremos honrarte. No hay nadie como tú para ayudar al débil y liberarlo del
poderoso. Por eso te rogamos que nos ayudes. ¡Tú eres nuestro Dios! ¡Sabemos
que nadie te puede vencer!»
12-13 Y
efectivamente, Dios y su ejército acabaron con los etíopes. Zérah y su ejército
salieron huyendo, pero los hombres de Judá los persiguieron hasta Guerar, y los
mataron a todos sin dejar un solo etíope vivo. Luego se apoderaron de todas sus
pertenencias.
14 Al ver
esto, la gente de los poblados cercanos a Guerar tuvo mucho miedo de Dios. Y el
ejército de Judá se aprovechó de eso para quitarle a esa gente sus abundantes
riquezas. 15 Atacaron
también los campamentos donde había ganado, y se apoderaron de muchísimas
ovejas y camellos. Finalmente volvieron a Jerusalén. (2 Crónica 14:
8-15)
Los riesgos se corren en
Dios. Asá sabía que no tenía muchos
elementos para enfrentar un ejército tan grande y entrenado como el etíope, sin
embargo entendía perfectamente que podía tomar ese riesgo porque su fuerza y
habilidad no dependían de ellos sino de Dios.
¿En nombre de quien corres
riesgos? ¿De tu líder sindical?, ¿de tu padrino que está “bien parado”? ¿De tu
padre que dice que todo lo puede? Si enfrentamos
la vida y sus retos en nombre de cualquiera que no sea Dios, seguramente
terminaremos envueltos en un sin número de problemas en con lágrimas en las
mejillas. Dios no solo nos la victoria,
sino que también pelea a nuestro lado.
Caminado con Dios y dependiendo de su gracia, no hay dolor que no
podamos enfrentar, critica de la que no podamos aprender, rechazos que no
podamos superar, desamor que no podamos olvidar y paternidad que no podamos
construir. Cada situación y experiencia
de vida, en la gracia infinita de Dios siempre será una oportunidad para
crecer, disfrutar y vivir a lado de Dios.
Asá enfrento un rival mucho más
grande que sus propias fuerzas, pero en Dios lo hizo huir y lo acabó. Si hacemos lo mismo, no habrá dolor,
enfermedad y desesperanza que no huyan también delante de nuestro Dios. EL ES QUIEN GOBIERNA EN MEDIO DE LA GURRA Y
NUNCA HA PERDIDO UNA BATALLA. Caminemos
con Él y sus victorias serán también las nuestras.
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