NI AMERICA, NI CRUZ AZUL NI CHIVAS... SOLO EN DIOS
13-14 Mientras
Abiam hablaba, Jeroboam envió una parte de su ejército para que atacara por
detrás al ejército de Abiam. Cuando los de Judá se dieron cuenta de que los
iban a atacar por el frente y por detrás, le rogaron a Dios que los ayudara.
Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, 15-19 y cuando el ejército de Judá lanzó el grito de
guerra, Dios permitió que Abiam y sus hombres derrotaran a Jeroboam. Todo el
ejército de Jeroboam salió huyendo de los hombres de Judá, quienes los
persiguieron. Los de Judá lograron matar a quinientos mil de los mejores
soldados de Jeroboam, y recuperaron las ciudades de Betel, Jesaná y Efraín,
junto con las aldeas que las rodeaban.
Ese día, el ejército de Judá
obtuvo una gran victoria porque confiaron en el Dios de sus antepasados. Por el
contrario, los de Jeroboam sufrieron una gran derrota.
20 Mientras
Abiam fue rey, Jeroboam nunca recobró su poder. Un día, Dios hirió a Jeroboam,
y éste murió. 21 Por su parte,
Abiam llegó a ser muy poderoso. Tuvo catorce esposas, veintidós hijos y
dieciséis hijas. 22 El
resto de la historia de Abiam, y sus acciones y sus palabras, está escrito en
el «Comentario del profeta Iddo». (2 Crónicas 13:12-22)
No somos prosperados porque
declaramos prosperidad, ni por contar o ejercitar un pensamiento positivo, ni
porque asistimos a una iglesia “exitosa” a la vista de todos. Lo somos porque nos permitimos descansar en
la inmensa gracia de Dios. Abiam fue bendecido, porque confió y descanso en
Dios he hizo lo que Éste le pidió. No
recito mantras, ni palabras de “fe” ni mantuvo su mente enfocada en sus metas
en forma positiva. No. Solo descanso en la gracia divina de Dios.
Hoy se nos enseña que el éxito provine
de muchos lados menos de vivir en la gracia de nuestro Padre. El éxito es un regalo que se recibe de la
mano de nuestro Padre. El esfuerzo
personal es un plus, no para alcanzar lo propuesto, sino para llevarnos a
transformar nuestra forma de vida. Quien
nos da la gracia de llegar a la meta es Dios.
El roce con otros, el sobreponernos a las dificultades, el enfrentar la resistencia
de los cercanos, etc. Tiene más que ver con transformarnos para poder disfrutar
la victoria, que en alcanzar la victoria.
En tanto nos enfoquemos en hacer
y no entendamos que el verbo a conjugar es depender y en este caso, depender de
Dios, sin duda solo experimentaremos frustración. La victoria sobre las circunstancias difíciles
de la vida, sobre los problemas familiares, las dificultades profesionales y
las demandas escolares, no está en nuestra fuerza sino en el poder y gracia de
nuestro Padre, quien nos ama tanto que no solo quiere darnos la victoria, sino
con ello también quiere transformar nuestra vida.
No confiemos en el compadre, ni
en las influencias del líder sindical, tampoco confiemos en quienes dicen ser
nuestros amigos. Confiemos en aquel que
nos salvó y nos ha dado vida. El nos
dará la victoria y transformará nuestra forma de ser y vivir.
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