¿INFLUIR?
Jotam
tenía veinticinco años cuando comenzó a gobernar sobre Judá. La capital de su
reino fue Jerusalén, y su reinado duró dieciséis años. Su madre se llamaba
Jerusá, hija de Sadoc. 2 Jotam
obedeció a Dios en todo, y aunque siguió el ejemplo de su padre Ozías, no se
atrevió nunca a quemar incienso en el templo. Sin embargo, permitió que la
gente siguiera adorando a dioses falsos.
3 Jotam hizo construir el portón superior del templo
de Dios y se dedicó a la construcción de la muralla del monte Ófel.
4 Además, construyó
ciudades en la zona montañosa de Judá, y torres y fortalezas en los bosques.
5 Derrotó en batalla al
rey de los amonitas, y durante tres años seguidos los amonitas le pagaron un
impuesto anual de tres mil trescientos kilos de plata, mil toneladas de trigo y
mil toneladas de cebada. 6 Y
como Jotam se comportó como a Dios le agrada, llegó a ser muy poderoso.
7 La historia de Jotam y de sus batallas, y la
manera en que vivió, está escrita en el libro de la historia de los reyes de
Israel y de Judá.
8 Jotam tenía veinticinco años cuando comenzó a
gobernar sobre Judá. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró
dieciséis años. 9 Cuando
Jotam murió, lo enterraron en la Ciudad de David; Ahaz, su hijo, reinó en su
lugar. (2 Crónicas 27:1-9)
Vivir de una manera que nos resulte funcional y basados en valores
eternos y no temporales es muy bueno, pero influir positivamente con ello en la
gente que nos rodea es mucho mejor. Jotan hizo mucho de lo que Dios le dijo y vivió
bien, sin embargo no influyó positivamente en las vidas de quienes estaban bajo
su autoridad y por quien debería de dar cuentas.
A lo largo de nuestra vida
tratamos de vivir correctamente, buscamos funcionar en los diferentes roles que
construimos (padres, hijos, amigos, profesionales, jefes, patrones, etc) pero olvidamos
con frecuencia que también debemos influir positivamente en la vidas de quienes
nos rodean. Nuestra forma de vivir debe
inspirar a otros a ser mejores en cada área de su vida y buscar de Dios en todo
momento. No se trata de andar regañando
gente ni ucho menos intentando que sean como nosotros, sino más bien, que nuestra
vida les sirva de guía, dirección y ejemplo.
¿A quiénes inspiramos a ser
mejores personas? ¿Nuestros hijos se sienten animados a seguir nuestros pasos e
imitar nuestras conductas? ¿Nuestro esposo o esposa es mejor persona como
consecuencia de nuestra cercanía? ¿Nuestros amigos encuentran en nosotros
buenos consejos? ¿Quiénes nos rodean pueden ver a Jesús viviendo en
nosotros? Si solo ven religiosidad, si únicamente
perciben rigidez y legalismo, se quienes nos rodean ven una vida secularizada,
entonces algo no anda bien. Influir
positivamente en quienes nos rodean también es una llamado divino.
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