FUE SIN QUERER QUERIENDO...




28 Ahab y Josafat fueron a atacar Ramot de Galaad. 29 Ahab le dijo a Josafat: «Yo me voy a disfrazar para ir a la batalla, pero tú puedes usar tu propia ropa».

Así que el rey de Israel se disfrazó y fue a luchar.

30 El rey de Siria había dado esta orden a los treinta y dos capitanes de sus carros de combate: «¡Ataquen sólo al rey de Israel!»

31-32 Cuando los capitanes vieron a Josafat dijeron: «Seguramente él es el rey de Israel».

Así que lo rodearon para atacarlo, pero Josafat gritó pidiendo ayuda. Y Dios lo ayudó, pues hizo que los capitanes de los carros de combate se dieran cuenta de que no era Ahab, y así dejaran de perseguirlo.

33 Pero un soldado tiró con su arco una flecha al azar e hirió a Ahab. La flecha le entró por uno de los huecos de su armadura. Entonces el rey le dijo al soldado que manejaba su carro: «Da la vuelta y sácame del campo de batalla, porque estoy malherido».

34 Ese día la batalla fue muy dura. Algunos soldados mantuvieron en pie al rey en su carro de combate, para que se enfrentara a los sirios, pero murió al caer la tarde. (2 Crónicas 18:28-34)

A veces por estar en el lugar incorrecto con las personas incorrectas terminamos metidos en problemas y viviendo en medio del dolor.  Josafat venia de una familia que le daba a Dios prioridad, sin embargo emparento con quienes no lo hacían.  La influencia de ellos lo llevo a pelear una batalla que no era suya y sufrió un juicio que no era para él.

Hoy nos pasa igual.  Terminamos enredados en amistades, relaciones afectivas, relaciones laborales y de negocios que nos llevan a pasárnosla mal y alejarnos de Dios.  Cambiamos nuestros valores, creencias, prioridades e intereses con tal de ser parte de grupos a los que les damos un valor más alto del que necesitamos darle, nos alejamos de amigos que nos bendicen, lastimamos a quienes nos aprecian por conseguir un poco de satisfacción y hasta olvidamos lo maravilloso, total y sanador que es el amor de Dios. 

Dios quiere bendecirnos, sin embargo terminamos en medio de muchas disciplinas porque con facilidad nos embarcamos en relaciones a las que no fuimos llamados.  Muchas de nuestra lagrimas no deberían de ser derramadas, sin embargo, al vivir en estilos de vida que no son nuestros, amores que no son ciertos y emociones temporales, terminamos con recuerdos en nuestra mente que no deberíamos tener y cicatrices en el alma que no deberán de estar.  No hagamos de lo de Josafat.  Alejémonos de aquello a lo que sabemos no fuimos llamados y disfrutemos de la vida a la do de nuestro Dios, solo ahí hay paz y seguridad eterna.


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