EL SANTO, EL CAVERNARIO BLUE DEMOND Y EL BULLDOG...
Cuando
Roboam llegó a Jerusalén, reunió a ciento ochenta mil soldados que eligió de
entre todas las familias de Judá y de la tribu de Benjamín, para luchar contra
las demás tribus y recuperar el poder sobre todo Israel. 2 Pero Dios habló con Semaías,
un hombre que amaba y respetaba a Dios, y le dijo: 3 «Debes darle a Roboam, y a
todos los de la tribu de Judá y de Benjamín, este mensaje: 4 “Dios no quiere que haya
guerra contra las demás tribus de Israel, pues ellos son sus parientes. Vuelvan
a sus casas, pues es una orden de Dios”».
Al escuchar este
mensaje, todos regresaron a sus casas y no atacaron a Jeroboam. (2 Crónicas
11:1-4)
Pelear con el conyugue, los
hijos o los padres, no es el plan de Dios.
Es imposible no tener desacuerdos o estar inconformes con algo, sin
embargo guardar rencor, hacer cosas que lastimen al otro y dañen su estima,
buscar el tropiezo de algún miembro de la familia o abusar de sus afectos o
confianza, sin duda va mucho más allá de lo que es sano y funcional. Roboam se sintió rechazado por lo que las
tribus del norte hicieron y busco la forma de impedirlo a toda costa, sin
embargo Dios no se lo permitió, ¿Por qué?
Porque eran familia.
Luchar contra os de casa es herirse
uno mismo. Abusar de ellos, usarlos no
valorarlos y ofrecerles aceptación o valía es atentar contra nuestra propia
carne. El esposo que menosprecia a su
esposa se hiere a si mismo. El hijo que
no obedece a sus padres tiende trampa contra sí. El padre que no ama a sus hijos está
sembrando dolor para su futuro.
Vivir en familia es el plan de
Dios y en ese plan el desea enseñarnos a vivir bien y aprender a disfrutar el
vivir con los nuestros a pesar de las diferencias y conflictos. No nos lastimemos al lastimar a los de
casa. Seamos prudentes y vivamos con inteligencia
unos de ls mejores regalos que Dios nos ha dado: Nuestra familia.
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